Se queda en Ibiza, o no. Los creadores de la agencia R&R Partners que crearon el original eslogan para la ciudad de Las Vegas podrían haber tomado Ibiza como campo de ensayo. El leitmotiv «cualquier cosa es posible», en la isla se acrecienta temporada tras temporada, pero las barbaridades de toda índole que se suceden en los 571,6 kilómetros cuadrados de Ibiza ya no se quedan aquí. Los sucesos protagonizados por jóvenes modelos que son cazadas cuando tratan de huir en un jet privado tras sufrir un accidente al volante de un Ferrari clásico bajo los efectos de las drogas han pasado a la categoría de noticia de consumo interno. Lo mismo sucede cuando la Guardia Civil de Tráfico caza a un individuo circulando con una vehículo de alta gama con las placas fuera de la ley, las del coche y las que mostró para esgrimir que era agente de la Interpol. Todos estos sucesos son clásicos que alimentan los informativos de la TEF y la crónica de sucesos del periódico. Pero en los últimos tiempos los medios nacionales han puesto el foco en la isla y no precisamente para mostrarnos los primeros baños de agua de los famosos en las cristalinas aguas de Ibiza, sino que el objetivo es sacar nuestras miserias. Día sí, día también, las reinas de las mañanas dedican minutos de televisión a la involución habitacional que vive la isla en todas sus vertientes. Los reportajes de gente viviendo en caravanas dieron paso al ‘albergue patera’ de Cala de Bou y han tenido continuidad con las habitaciones de alquiler del hospital Can Misses. La serie amenaza con prolongarse y no descarto que los directivos de la tele amiga se planteen un reality. Desgraciadamente, las dificultades de muchos para encontrar un techo en la isla son la cruda realidad.