Ultimamente Salinas se ha convertido en un auténtico mercadillo ambulante. Te vas a pasar un día relajante de playa y te encuentras que se ha convertido en unos grandes almacenes donde se puede adquirir prácticamente cualquier cosa sin moverse de la toalla. Empezamos por los vendedores de CD’s de toda la vida que ahora se han reciclado (ya que los CD han pasado a mejor vida) y venden pareos gigantes, gafas o bolsos, y digo venden por no decir que te lo restriegan, literalmente por la cara cada vez que pasan por tu lado, vaya a ser que no los hayas visto y te quedes sin tu estupenda y útil tela. Luego están los que ofrecen refrescos y cervezas que, nevera en mano, se recorren la playa una y otra vez, intentando encontrar al mayor número posible de clientes sedientos. Haciéndoles la competencia tienen a los vendedores de fruta, con vasos gigantes de fruta de temporada pelada y lista para comer, aunque a mí las condiciones higiénicas que puedan tener me hacen rechazarla de pleno. Y seguimos, porque si no nos hemos traído comida, tranquilos porque también hay vendedores ambulantes de bocadillos variados, hamburguesas o empanadillas. Pero aquí no se acaba la cosa, porque mientras comes, bebes o intentas relajarte estarás entretenido viendo el desfile de modelos de chicas con infinidad de vestidos playeros, todos ellos a la venta por supuesto, y que si estás interesada en comprar uno ni te tendrás que levantar porque ya se acercan ellas con su capazo desbordado de todo tipo de prendas para que rebusques, te pruebes y te vuelvas a probar. Una vez comidos, bebidos y vestidos, también podemos aprovechar el día de playa para que nos hagan unas trencitas africanas o un masaje tailandés, sin olvidar comprarnos la clásica pulsera para el tobillo o la corona de flores por si tienes pensado ir a una de las típicas fiestas Flower Power de la isla. Después de todo esto y para plasmar tan interesante jornada, seguro que nos topamos con uno de los fotógrafos que te hacen desinteresadamente un book en modo bikini o bañador y que luego te invitan a ver y comprar las fotos en alguna tienda del puerto de Ibiza. Para aguantar todo esto, hay que tener mucha paciencia porque igual en un par de horas te pueden ofrecer quinientas veces lo mismo. Pero cuando pensabas que lo habías visto todo, llegan los teatreros de las discotecas promocionando la fiesta de turno en el club pertinente y, como no, enseñando palmito mientras se patean la playa de punta a punta vociferando y llamando la atención de los playeros con los que no tienen problema en hacerse fotos. Pero el colmo del teatro en que se ha convertido nuestra maltrecha playa de las Salinas llega a la hora de irse. Entonces te topas con varios vehículos con intentando embaucar a todo aquel que se va para llevarles, es decir, taxistas pirata que descaradamente hacen la temporada en una de las playas más famosas del mundo y sin necesidad de disimular o ser un poco discretos. Me río yo del trabajo de los supuestos inspectores y controles puestos en marcha para combatir el transporte ilegal por parte de diferentes instituciones. Por no hablar de los supuestos controles para erradicar la venta ambulante. Qué bonito queda llenarse la boca desde los despachos cuando la realidad está en la calle y los que la sufren son otros.