A penas ha comenzado junio y la ciudad/isla ya saca a la luz todas sus deficiencias y contradicciones. Por tierra, mar, puertos, aeropuerto, y por aire. Veo que están muy contentos unos cuantos comercios por la llegada simultánea de seis cruceros que dan animación y dejan algo de caja. Antes de pocos días se maldecirá el día en que se permitieron los grandes cruceros, que solo añadirán más ruido, pequeños hurtos, carteristas y problemas a una situación ya de por sí problemática.

Los cruceros son la puntilla, como se ha visto ya en Venecia y en Barcelona. Al perder Túnez como destinado privilegiado, las Baleares se harán con gran parte de estas escalas, sobrecargando una vez más unas infraestructuras que ya no aguantaban con un millón y medio de turistas. Imaginen ahora, diez años más viejas y con tres millones de turistas o más.

Pedir soluciones de emergencia ahora es como pedirle melones al manzano. El centro de la ciudad y el núcleo histórico no están diseñados para este tráfico ni para cualquier otro motorizado. Es una evidencia que ha llegado a su punto crítico cada principio de verano desde hace más de 25 años.

Este tumultuosa avalancha de las últimas temporadas no acepta negociar con nadie: se desploma sobre la isla, sobre la posidonia, en las rutas y carreteras y no hay forma humana de solucionarlo. Viene demasiada gente en un breve intérvalo.

Cuando esto ocurre, los halcones y los cuervos de las cercanías -cada cual en su estilo- están al loro para cazar a sus pichones y palomas en el río revuelto y en las playas abarrotadas. Como si viviéramos en un Matrix, en IBZ-2017 se está mascando el gran atasco. Y ocurrirá.
@MarianoPlanells