El 1º de octubre si el tiempo y la autoridad —esa que emana del Parlamento y de la Constitución— no lo impide se va a celebrar una gran corrida en Catalunya con morlacos (digo yo) de la ganadería de Pujol toreados, desafortunadamente, no por Serafín Marín, aquel diestro (que no sé si es familia mía) que usaba barretina por montera, sino toreada por Puigdemont ‘Carles El Gallo’, Oriol Junqueras ‘Junqueritas’ y Raül Romeva ‘El Madrileñito’ (nació en el Centralismo). ¿De picador?, pues estarán Guardiola y de monosabio tendremos a Llach. Música de la corrida (en los dos sentidos), de eso no me cabe ninguna duda, no hace falta someterlo a referéndum: “El torito guapo” de El Fary. Quienes “trabajan y viven” en Catalunya, muchos de ellos charnegos, muchos de ellos admiradores de la rumba catalana, de Peret, Los Manolos y de Carmen Amaya con sus tarantos y aquella Cataluña rodada por Francisco Rovira-Beleta, votaran la siguiente pregunta: «Quiere que Cataluña sea un estado independiente en forma de República», pregunta que se va a hacer en catalán, aranés y por raro que parezca también en castellano. Desde luego, la traducción castellana la ha hecho un analfabeto. Pero vayamos a lo sustancial: no se dan cuenta que la vía Layetana es tan ibicenca, como lo es el passeig Vara de Rey de un ampurdanés. Hace poco estuve hablando en Madrid con un chico muy educado y me dijo que él no se sentía español. Le dije que España no es Franco, que es un país moderno mirando al futuro. Que lo mismo que La Rambla es mía, la Puerta del Sol no es sólo de los chulapos chonis, que también era suya: tan suya como es mía la plaça de Catalunya: se quedó pensativo...