Jesús, en la Ultima Cena instituye la Santísima Eucaristía. Se trata de un misterio de fe y de amor. La liturgia en esta solemnidad del Corpus nos recuerda estas palabras: “Oh sagrado banquete en que Cristo es nuestra comida, se celebra el memorial de la Pasión, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la futura gloria”. Memorial de la Pasión, significa no sólo un recuerdo de la Pasión del Señor sino una maravillosa realidad en la que Cristo se nos da a Sí mismo. En la Ultima Cena Jesús dijo: “Esto es mi Cuerpo que es entregado por vosotros”. Estas palabras del Señor aluden al valor redentor de la inmolación de Cristo en la Cruz. Por eso la Eucaristía es la renovación sacramental del Sacrificio de la Cruz. Cuando comulgamos recibimos a Jesucristo en la Sagrada Comunión para que sea alimento de nuestras almas, nos aumente la gracia y nos dé la vida eterna. “El pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo”. Los oyentes entienden perfectamente el sentido propio y discreto de las palabras del Señor; pero no creen que tal afirmación pueda ser verdad; de haberlo entendido en sentido figurado o simbólico no les hubiera causado tanta discusión y escándalo que acabó produciendo el abandono de muchos que le habían seguido. El misterio de la Eucaristía exige un especial acto de fe. El efecto más importante de la Sagrada Eucaristía es la unión íntima con Jesucristo. Participando realmente del Cuerpo y la Sangre del Señor. En la Eucaristía somos elevados a una comunión con El entre nosotros.

Tres aspectos muy importantes podemos contemplar en la Sagrada Escritura: Sacramento-Sacrificio; Sacramento-Comida y Sacramento-Presencia. Cristo se ofrece por nosotros al Padre en sacrificio incruento. Se nos da como alimento espiritual, y, finalmente, está presente con su Cuerpo glorioso, como está en el cielo.

Como dice santo Tomás de Aquino, bajo las apariencias de pan y de vino, Cristo dejó a los fieles su cuerpo para que fuese nuestro alimento, y su sangre, para que fuese nuestra bebida. El Señor se ofrece en la Iglesia, por los vivos y por los difuntos, para que a todos aproveche, ya que ha sido establecido para la salvación de todos.