Tengo que anotar la fecha del 28 de junio de 2017 porque ese día, de madrugada, se me coló por primera vez en un sueño alguien que decía Airbnb. Nunca, hasta ese día, se me había colado en un sueño ese nombre que, como casi todo el mundo debe saber a estas alturas, identifica a la plataforma de internet que lleva lo del alquiler de viviendas a turistas. Anoté a grandes rasgos el sueño por si algún día me daba para algo. Y eso que es muy complicado; creo que no hay nada más complicado que contar un sueño ya que, antes de terminar de escribirlo, notas que te faltan palabras y que las imágenes van desapareciendo antes de recordarlas. Los sueños más fáciles de recordar, si es que has tenido la suerte de despertar en el momento preciso y te da tiempo a apuntarlos, son los primeros de la noche. Lo que recuerdo de aquel es que iba a desayunar con otra persona en algo parecido a una terraza y que se sentaban dos personas más mientras otra salía por una puerta. «Esto es una terraza privada», dije en mi sueño. Y que esa tercera persona comentaba algo así como «lo hemos alquilado y los de Airbnb nos han dicho que entraba la terraza». Sé que uno de esos interlocutores era alguien malencarado, como dirían en las novelas esas de serie negra o en algunas crónicas muy descriptivas que recogen testimonios de algún suceso desagradable. El resto del sueño se me pierde y lo siguiente que recuerdo ya no tiene nada que ver con el asunto. Es posible, y eso lo pienso ahora que acabo de releer todo lo anterior, que no esté logrando trasladar con precisión cómo me impresionó aquello. Por eso me limito a recordar la fecha: 28 de junio de 2017. Un día en que también se celebró el Orgullo y se cumplió un nuevo aniversario de la publicación de Rayuela. Para mi historia particular, también será el día en que Aibnb se coló por primera vez en un sueño. Igual es que necesito vacaciones.