Como el sandio nace pero el bolonio se hace, he considerado oportuno ofrecer algunas indicaciones para los que aspiren a instalarse en tan confortable categoría en el mundo contemporáneo.

Así, en primer lugar, el bolonio ha de ser partidario acérrimo de la lucha sin cuartel contra el cambio climático y desoír a los insidiosos científicos que lo atribuyen en un noventa por ciento a los ciclos de actividad solar.

Convertido a la nueva fe, deberá sugerir que se combata renunciando al coche en favor de la bicicleta, propagando el vegetarianismo y dejando de procrear, como recomienda el filantrópico Soros. Además, deberá citar a Macron y asociar cambio climático con el auge del terrorismo, aunque, si aspira a original, lo asociará también con el consumo desmedido de caramelos de menta y de torreznos.

En segundo lugar, el bolonio contemporáneo ha de hacer acopio de lugares comunes hoy muy celebrados: asegurará que tontos Bush, Reagan y Trump y listos Carter, Obama y la señora de Clinton. También será partidario decidido del Papapampero y sus exabruptos anticapitalistas, aseverará que el Islam es una «religión de paz», que hay que acoger y subvencionar a todo cuanto inmigrante, regular o irregular, tenga el antojo de disfrutar de nuestra prosperidad; denostará las sangrientas corridas de inofensivos toros, pero no el degüello masivo de peligros corderos al final del Ramadán. También pontificará sobre las llamadas Tres Culturas (?) aseverando que convivieron pacífica y prósperamente durante siete siglos y que fue la insidiosa Reconquista (Cebrián dixit) la que puso fin, inexplicablemente, a aquel idilio multicultural tan celebrado como añorado.

Denunciará el genocidio español en América central y meridional dónde, como es sabido, apenas quedan nativos, pero no la situación en América septentrional, donde, como también es sabido, los aborígenes son hoy la mayoría abrumadora de la población.

En materia cultural, será partidario de eliminar los exámenes para «democratizar la enseñanza», de suprimir las matemáticas por su excesivo rigorismo e inflexibilidad y también de liquidar el intolerable corsé de la ortografía.

Se declarará universalista pero partidario de fomentar el uso del bable, chapurreao, vasco, aranés y demás lenguas de uso universal como vía de facilitar a sus usuarios su legítimo derecho a acceder cómodamente a la irrelevancia.

Por último, se declarará firme partidario de la transexualidad, del orgullo gay, del feminismo radical y de la tortilla de patatas, así como firme adversario de la opresora familia tradicional, del patriarcalismo, del amor romántico como método de opresión (Irene Montero dixit) y de la coctelería en general.

Una vez alcanzado su codiciado máster en inanidad ilustrada, el bolonio contemporáneo procurará inscribirse en el PSOE con la esperanza de rematar la labor de demolición tan eficazmente iniciada por don Pdr. Schz. de la Preveyéndola y Noesnó.
Amén.