Es lógico el radicalismo y el fanatismo político de Gloria Santiago y de tantos de sus conmilitones. Es militante comunista, como la gran mayoría de cuadros dirigentes de Podem. Ahora se camuflan y tratan de disimular con eufemismos, como hace Mae de la Concha o Laura Camargo, que se definen como «anticapitalistas». Vamos, comunistas de toda la vida. Díganlo con orgullo, como hace el concejal de movilidad de Vila, Juan José Hinojo. Déjense de engañar a la gente y llamen a las cosas por su nombre. Dado que el fanatismo impide ver las cosas como son realmente, Gloria Santiago y otros dirigentes de Podem consideran que la asamblea constituyente venezolana es lo mejor que le ha podido pasar al país para librarlo de las “élites extractivas” y que el pueblo venezolano salió a votar sin miedo. ¿Qué dirá Santiago ahora que la empresa encargada del recuento electoral ha afirmado que la participación ha sido inflada? Lo mismo que del encarcelamiento de los opositores, o las amenazas a los diputados de la Asamblea, o la persecución a la fiscal general del Estado, o el abusivo uso de la fuerza para reprimir las protestas. «El pueblo venezolano salió a votar sin miedo», afirma la directora insular de Transparencia, cargo que escarnece a todos los habitantes de Ibiza porque es difícil que haya alguien más inapropiado para ocuparlo. Bueno, a fin de cuentas los podemitas dedicaron grandes panegíricos al dictador cubano Fidel Castro, solo porque era comunista. Si uno lee los artículos sobre calidad democrática que ha escrito Gloria Santiago en la prensa, se da cuenta de que estamos ante una farsante. Si realmente considera que lo que sucede en Venezuela con la revolución bolivariana de Nicolás Maduro, convertida ya en tiranía de la peor calaña, es algo positivo, es porque sus discursos sobre transparencia son un puro embuste. O que su comunismo rampante le impide discurrir sensatamente.