Cada mañana nos desayunamos con un nuevo muerto en las carreteras de Ibiza. O el conductor que ha provocado el accidente iba drogado, o borracho o se da la fuga. El problema es que estas noticias ya no sorprenden a nadie. Las carreteras de Ibiza se han convertido en una auténtica selva. Y no solo las carreteras. También las calles de la capital. Ya no recuerdo la última vez que una motocicleta me adelantó por mi izquierda. Siempre por la derecha, rozando el coche, y ni te atrevas en decir nada. Es peor. Ya sé que el colectivo de taxistas es muy corporativo, que se ganan la vida al volante, que defienden como nadie sus intereses, y bien que hacen, pero no estaría de más que colaborasen un poco en hacer las carreteras y las calles un poco más civilizadas. Muchos taxistas (no una minoría) superan la velocidad permitida, aparcan donde les da la gana y adelantan de cualquier manera. Y luego están las bicicletas, que te hacen apartar si vas por una acera y usan indistintamente aceras y asfalto. A los ciclistas hay que protegerles lo máximo posible, pero no estaría de más que ellos también respetasen a los peatones. Lamentablemente estas escenas las vivimos a diario y por desgracia nunca he visto a ningún agente policial parar a alguno de estos energúmenos con casco y gafas de sol que conducen motocicletas como si estuviesen en un circuito. Seguramente la culpa se la darán a Montoro por no permitir contratar más funcionarios, pero yo me pregunto si los actuales gobernantes se han dado cuenta de que la isla se está convirtiendo en una auténtica selva, un riesgo para conductores y peatones, a veces mortal. Tomen medidas urgentes porque la situación ya es insostenible.