Se ha puesto muy de moda hablar mal de nuestro turismo pidiendo unos ‘orden en el turismo’ o de ‘turismo compatible con el territorio y la convivencia de los residentes’. Y menos mal que aquí y ahora no han llegado los muchachos de Arràn, con su turismo fobia, como han hecho ya en Barcelona y en Mallorca. Pero sí ha desembarcado el Govern balear para precisar que el techo de plazas turísticas en la CAIB es de 623.624 plazas y además presta mucha, demasiada atención, a los llamados pisos turísticos, así que ándese usted con cuidado si está en el negocio ya que le pueden caer multas que oscilan entre los 40.000 euros y los 400.000 euros. Mi opinión es que si algún propietario puede hacerse con un dinerito extra que le ayude a mejorar su calidad de vida, pagar sus muchos gastos y lo declara a la Agencia Tributaria, que lo dejen en paz.

Cabe hoy recordar que varios hoteles abrieron sus puertas en nuestra isla antes de la guerra civil española, y parece ser que los primeros de la ciudad de Eivissa fueron el Hotel España y el Gran Hotel Ibiza, hoy llamado Montesol; Ses Savines y el Portmany en Sant Antoni, y el Buena Vista en Santa Eulària. Además había fondas y pensiones. Y años más tarde llegó el ‘boom’ turístico gracias a la inteligencia y enorme esfuerzo económico de empresarios ibicencos que crearon riqueza, muchos puestos de trabajo y nos permitieron salir de la ancestral pobreza de casi todos los ibicencos. A mi modo de ver, algunas instituciones políticas de la isla no han estado a la altura de las circunstancias, ni se las espera, y me refiero a que aún no han solucionado al ciento por ciento la falta de agua potable, la depuración de las aguas residuales, mejorar todas las carreteras y denuncio una vez más que la isla entera está cubierta de vertederos de residuos sólidos urbanos clandestinos, ilegales e incontrolados.

Y otro tema delicado, que afecta a la convivencia entre residentes y visitantes es la contaminación acústica que producen locales de ocio nocturnos, diurnos, incluyendo los ‘beach clubs’ y los ‘party boats’. A los primeros son los ayuntamientos con sus ordenanzas municipales los que tienen que poner orden y dejar de ser tan permisivos, pero la contaminación acústica en la mar, según la Ley del Ruido, es competencia del Estado, es decir, de sus Fuerzas de Seguridad.

Y siguiendo con los recordatorios, cabe señalar que el Ayuntamiento de Santa Eulària celebró hace años reuniones con los hoteleros del término municipal y acordaron no aceptar clientes conflictivos de varios turoperadores británicos. Y les ha ido muy bien ya que tienen una clase de turismo que no es hooligan ni tampoco ‘clubbers’ y no molesta a los residentes. Así que el futuro de nuestra economía y de un buen turismo está en manos de los políticos, de manera especial de los del municipio de Eivissa, de Sant Antoni y de Sant Josep. Ellos son lo que han de poner orden y de obligar a respetar las leyes establecidas y todas las ordenanzas.