Hay varios partidos políticos que en vez de centrarse en la buena gestión de la cosa pública que es para lo que deberían estar tienen un ideario en realidad mesiánico y redentor. Su política, casi siempre ajena a la realidad, consiste en educarnos. Nos educan en todo y con todo: con los semáforos, con los huertos ecológicos, con la masificación turística, se apropian hasta de nuestros apartamentos y disponen legalmente de ellos, nos obligan a no ir a los toros (aunque nunca hayamos ido), nos dice que no hay maltratar a los animales (aunque nunca se nos hubiera ocurrido hacerlo), que tenemos que proteger las zonas naturales (aunque siempre lo hemos hecho), nos dicen lo que es machista y lo que no. Los sensatos son ellos, nosotros los lelos. Y así estamos en permanente programa educativo. Nos educan desde un buenismo y un universalismo que en realidad es una posverdad. Por ejemplo, el Gobierno de Aragón pondrá una multa de 150.000 euros a quien cante el “cara al sol”, eso será si descubren a alguien que de verdad lo cante por la calle, bien es verdad que se puede crear un cuerpo de policía especial que investigue lo que canta cada uno, e incluso que los vecinos (como ocurría en la URSS o con la Stasi), denuncien al camisa vieja de marras. Ya me dirán ustedes que ochenta años después de la guerra incivil, ¿quién en España canta el “cara al sol”?, puede haber algún Torrente nostálgico y oculto que lo entone mientras se afeita y por lo bajini, como puede haber algún nostálgico que entone la “internacional”. Lo normal es que la gente entone “despacito”, y vea telebasura y eso sí que es preocupante, pero eso a los políticos no les interesa.