El alcalde de Sant Antoni, Pep Tur ‘Cires’, es un político cuya actuación cotidiana se sustenta en el negacionismo, en negar la realidad perceptible para evadir una verdad incómoda y sobre todo, para eludir su responsabilidad en ella, que como primer edil del municipio es mucha, por no decir toda. Lo hizo en el denigrante y deplorable caso del nombramiento de Ángeles Gallardo como directora de Seguridad, que un juzgado calificó de manifiesta “desviación de poder”. Lo hizo de nuevo cuando el jefe de la Policía Local, Javier Verdugo, denunció acoso laboral en el juzgado. Lo reiteró cuando su primer teniente de alcalde, Pablo Valdés, y la concejal Aída Alcaraz, ofendieron a los policías locales con comentarios inapropiados en las redes sociales. Lo volvió a hacer cuando el interventor del Ayuntamiento le alertó por el incumplimiento de la normativa sobre contratos menores, tras lo cual tuvo que tomarse la baja médica por ansiedad y estrés. Lo ha hecho negando los problemas con los feriantes, con la supresión de la ORA y ahora con los bares y restaurantes con terraza (se excluye de ellos al Club Náutico, que él preside y al que la ordenanza municipal curiosamente, no afecta). Y lo ha vuelto a hacer cuando ha arrebatado las competencias a su socio Juanjo Ferrer, alegando que es por razones personales de este último. Ni Donald Trump superará a ‘Cires’ a la hora de negar la realidad. Se comprende que esté harto de hacer de pacificador en un pacto mal avenido, en el que él posiblemente no quisiera ni estar ni mucho menos ser alcalde, porque para alcaldía ya le basta la de “Es Nàutic”, auténtico centro de poder, pero un alejamiento de la realidad como este resulta preocupante. Veremos si las fiestas de Sant Bartomeu arreglarán este descosido entre PSOE, Reinicia y El Pi, pero aunque así sea, ya han demostrado sobradamente que no están a la altura para gobernar el municipio.