Tiene que acabar esta legislatura y que el conseller insular de Medio Ambiente, Miquel Vericad, nos explique cuántos de los grandes problemas que padece la isla en materia de su competencia, habrá solucionado. Por el momento, más bien pocos y de poca enjundia. Aunque excusas nunca le faltan, lo cual apunta grandes dotes para la política y no es descartable que continúe en ella, ahora que le ha cogido el gusto a echar balones fuera y responsabilizar a otros de su inacción o su incompetencia, que tanto da. Bueno, hemos de reconocer que ya no hay cabras en Es Vedrà devorando endemismos, pero él se hartó de decir que eso no era responsabilidad suya, así que ni eso podemos atribuirle. Y también es cierto que ahora ya hay un nuevo emisario que sustituye al vetusto de Talamanca, aunque vierta la misma porquería, pero ahora más allá de Botafoc. Aunque tampoco esto es de su competencia, así que nada.

La gestión de los residuos en Ibiza es catastrófica, tercermundista. Desde tiempo atrás, es cierto, pero él tampoco hace nada para corregirlo. Pronto veremos lo que nos cuesta andar como en la India en este campo, cuando veamos las sanciones de la Unión Europea, que no tardarán. Vericad está acertadísimo con los diagnósticos, como siempre, pero a la hora de establecer un tratamiento, ahí ya cojea más. Todo es de difícil solución, todo requiere informes y contrainformes. Hasta los encarga a empresas externas al Consell para ver qué hay que hacer con la planta de tratamiento de residuos. Y así el tiempo pasa y nada se hace. De momento pide reorganizar mejor la llegada de los camiones a la planta de transferencia provisional de Cas Dominguets y que los ciudadanos reciclen mejor, que lo hacen fatal. Un día pedirá que no reciclen y así todo al vertedero de Ca na Putxa hasta que rebose, que poco le falta. Y el que venga detrás, que arree.