Hay cosas que cuestan de entender. La crisis de Sant Antoni, por ejemplo, es en versión de Pablo Valdés una cuestión de dimes y diretes de este periódico. Dimite un concejal y uno de los integrantes del tripartito da un mes para reescribir el acuerdo y Valdés mantiene la teoría de la conspiración mediática para no se sabe qué objetivos ni intenciones. Recuerden que la semana pasada una portavoz del Ayuntamiento negaba cualquier problema con las terrazas. Ahora se confirma que hubo lío con los decretos y las terrazas. Mienten a sabiendas y se quedan tan anchos. Es cierto que podríamos haber contrastado algo más las informaciones, pero lamentablemente estos adalides de la transparencia no se dignan ni a ponerse al teléfono. Si somos los responsables de la caída del tripartito nos alegraremos. Ya será el segundo gobierno municipal que derrocamos en nuestra breve existencia de poco más de tres años. Primero fue el del PP de Vila, por si Valdés no lo recuerda. Pero lo sorprendente es el caradurismo de estos políticos que dan la impresión de que juegan a la política como si fuesen aficionados. Ellos tienen la verdad absoluta y no hay lugar para la crítica. Que Sant Antoni está sucio como nunca, la culpa es de los ciudadanos porque no depositan la basura a la hora indicada. Siempre hay otros culpables. Que el Bloop Festival y Sueños de Libertad dejan de hacerse en Sant Antoni y se van a Vila, la culpa es de los organizadores. Que la feria no se puede instalar en el passeig de ses Fonts, los responsables son los feriantes. Ahora uno de los socios del tripartito tiene un pie fuera del gobierno, la culpa es nuestra. Les aconsejo que miren las redes sociales y veran lo que piensan los ciudadanos. Al fin y al cabo es la única opinión que deberían tener en cuenta.