La entrada, por orden judicial, de los tricornios sin tricornio en varias dependencias de la Generalitat en busca de pruebas sobre aspectos tributarios y organizativos de un referéndum anticonstitucional además de chapuza, lógicamente ha hecho saltar las alarmas ya no de Puigdemont que tras la sombra de lo de aguas de Girona es ya un personaje saldado, sobre todo ha saltado el despertador de “mosén” Junqueras y de la más que ambigua alcaldesa Colau. Ahora ya tenemos sobre la mesa el rollo de siempre: los greugues, el victimismo, o sea los agravios, la opresión que han recibido los catalanes de España por lo menos desde el siglo XIV. Ahora ya toca el plan B: desobediencia civil y llenar las calles de algaradillas con las esteladas y con los catalanes pata negra que son los que tienen que plantar cara a esa España que nos roba y no nos deja ser libres, pero que compra a mansalva nuestros productos y nos hace ricos y hasta paga parte de las pensiones del Principat. Ha llegado el momento de liarla, eso sí, pacíficamente, en esta primera fase, porque la troika JxSí y toda su grey son gente pacífica, que no ha roto en su vida un plato, aman la paz, supongo que por eso tienen el inestimable apoyo de Yoko Ono. Está claro que habrá que abrir el melón constitucional y equiparar a Catalunya con ese estado dentro del Estado que es el País Vasco, es decir construir una España más insolidaria. Mira que se les ha avisado desde todas las instancias verdaderamente democráticas: parad el carro que no os podéis saltar el imperio de la ley a la torera, que no se puede desenchufar un trozo de España de esta forma. Pues nada, erre que erre.