El próximo domingo, dia 22 de octubre, en la Iglesia vamos a tener la Jornada Mundial de las Misiones, Día del Domund, jornada para apoyar a los misioneros en su misión evangelizadora entre los más pobres, que este año lo celebramos bajo el lema "Se valiente, la misión de te espera".

Las Jornadas del Domund fueron iniciadas por el Papa Pio XI en 1926 y desde entonces en toda la Iglesia nos comprometemos y actuamos para apoyar las misiones con la oración, con el afecto y con la ayuda material. Por eso, en todas nuestras parroquias y capillas, así como en muchos buenos colegios, se harán colectas y catequesis sobre ello. Con vosotros, hermanos y amigos, comparto estas reflexiones para que seamos generosos.

Este año, coincidiendo con la solemnidad de Pentecostés, el papa Francisco hizo público su Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones de este año 2017. "Esta jornada —nos dice— nos invita a reflexionar de nuevo sobre la misión en el corazón de la fe cristiana". Tres preguntas clave aparecen en la introducción del Mensaje: "¿Cuál es el fundamento de la misión? ¿Cuál es el corazón de la misión? ¿Cuáles son las actitudes vitales de la misión?" y va dando respuesta a estas preguntas en el resto del Mensaje. Manifiesta con claridad que el fundamento de la misión es el Evangelio: "La misión está fundada sobre la fuerza transformadora del Evangelio" (n. 1). Evangelio que es "una persona que se ofrece e invita a una participación en su misterio pascual" (n. 4). Y, de esta manera, "a través del anuncio del Evangelio, Jesús se convierte de nuevo en contemporáneo nuestro, de modo que quienes lo acogen con fe y amor experimentan la fuerza transformadora de su Espíritu" (n. 3).

En relación con la segunda pregunta que Francisco se hace, bien podemos decir con él que el corazón de la misión no es otro que "Cristo resucitado, el cual, comunicando su Espíritu se convierte en Camino, Verdad y Vida para nosotros" (n. 1). "El Evangelio, mensaje de salvación y anuncio de la Buena Noticia, se convierte de esta manera en fuente" (n. 4) de donde brota la fuerza necesaria para salir de nuestra realidad y acercarnos a otras realidades. En el corazón de la misión deben estar los jóvenes, "que son la esperanza de la misión" (n. 8), porque de ellos es el futuro; y está también la misericordia (n. 5). El misionero, con esa capacidad de acercarse a los más desfavorecidos para compartir su causa y su suerte, se identifica con el Buen Pastor, que carga sobre sus hombros las debilidades de los hermanos.

Los misioneros muestran una gran valentía para dejar su tierra, su casa, sus costumbres, y aventurarse en otros lugares, muchas veces inseguros. Han manifestado su valentía en la temeridad de sus viajes, dada la precariedad de los medios con los que a veces se cuenta para los desplazamientos, en la constancia y perseverancia a la hora de aprender lenguas nuevas y adaptarse a culturas tan distintas. En el desafío a enfermedades contagiosas y a poderes políticos que les han perseguido y martirizado.

Al terminar su Mensaje, una vez más nos recuerda Francisco que "las Obras Misionales Pontificias son un instrumento precioso para suscitar en cada comunidad cristiana el deseo de salir" (n. 9). Es toda esa fantástica tarea de animación misionera que vamos haciendo, y que es tan importante para la vida de la Iglesia. Y junto a la animación, la colaboración: "La Jornada Mundial de las Misiones, promovida por la Obra de la Propagación de la Fe, es una ocasión favorable para que el corazón misionero de las comunidades cristianas participe, a través de la oración, del testimonio de vida y de la comunión de bienes en la respuesta a las graves y vastas necesidades de la evangelización" (n. 9).

Seamos, pues, buenos colaboradores de la misión de evangelización con oración, con apoyo, con generosidad y con ayuda para que sea muchos los nuevos y buenos cristianos, felices así ellos para hacer felices a los demás y prepararse para entrar al cielo.