Los que suelen leerme ya lo sabían, porque publiqué al menos dos artículos a principios de septiembre avisando de los nuevos cambios en el complicado mundo del turismo: Arabia se fija en Ibiza y Hay noticias, quizá excelentes.

Podemos tomarlo a la ligera, pero 2018 será un año de inflexión y me temo que las medidas disuasorias o restrictivas amparadas por el Pacto acabarán por hacer daño.

La peor es la ecotasa, que ha sido doblada sin encomendarse a Dios ni al Diablo. Incidirá precisamente en el tipo de turismo que deberíamos cultivar con mimo, las familias de clase media. Pero miren, no hay mal que por bien no venga: nos quitará de delante a esta manada de políticos ideologizados, incompetentes y prepotentes y se cumplirá otra idea que anticipé: la ecotasa será la tumba política del Pacto de Perdedores.

Baleares lleva 6 años gozando/sufriendo récords continuados y acumulados de ocupación. En todos los terrenos. Lo cual significa un gran éxito económico y social, que en paralelo ha supuesto un abrumador despilfarro de recursos. Las Baleares han alcanzado una fama de islas intransitables, incómodas y muy caras. De modo que los amigos de las tortillas payesas (en realidad son españolas pero no usan esta palabra) en las playas podrán descansar el próximo verano, ya que vendrán muchos menos turistas.

Ahora lo han explicado los observadores turísticas de media Europa. Por una parte, el mercado alemán, como ya sabíamos, está muy escarmentado de Ibiza y bastante de Mallorca, pero por otra Turquía, Jordania, Túnez y Egipto reabren sus mercados con unas instalaciones más recientes y a un precio mucho más competitivo. Quedan muchos flecos por explicar, como el turismo ruso, pero tendremos tiempo de hacerlo.