Cuando Roma ardía a la vista de su palacio, el emperador Nerón empuñó la lira y se puso a cantar unos versos que había compuesto sobre el incendio de Troya. Tal frivolidad (y lo que desafinaba) indignó mucho a los romanos, que intuyeron que el chiflado y cruel césar era el responsable de la destrucción. Para calmar los ánimos Nerón culpó del fuego a los cristianos, que volvieron a sufrir una salvaje persecución.

¿Quién prendió la chispa que amenaza consumir la dulce Cataluña? Ignoro si Puigdemont toca la lira en su exilio belga, pero desafina espantosamente cuando divide al pueblo que juró servir. Y tras su fuga, ya no sirve siquiera a los nacionalistas.

Quizás la culpa la tuvieron los sueños. De chaval Oliver Cromwell soñó que sería rey de Inglaterra. Luego el crecido puritano decapitó a Charles I y se erigió en lord protector del Reino Unido. En cambio el gran general Amílcar Barca, durante un asedio, oyó una voz en sueños que le decía: “Mañana cenarás en Siracusa”. Tomándolo como un buen augurio relajó la vigilancia y acabó cenando en Siracusa…como prisionero.

Tal vez Puigdemont soñó cenar moules frites en Bruselas durante una visita de estado, seguido por miles de periodistas y contando con la atención de medio mundo. ¡Ya se veía al frente de una república! Pero se pasó de vislumbre y ha provocado una crisis tan estúpida como innecesaria.

En vez de perseguir su pesadilla totalitarista, tenía que haberse limitado a roncar.