El Evangelio de hoy nos habla de la parábola de las vírgenes necias y prudentes. Lo principal que nos enseña es la exhortación a la vigilancia, prácticamente es tener la luz de la fe, que se mantiene viva con el aceite de la caridad. Esa vigilancia ha de ser continua, perseverante, porque, como nos dice San Pedro en su primera carta, el demonio como león rugiente, merodea buscando a quien devorar. Jesús con la parábola de las vírgenes, la de los talentos y la enseñanza sobre el Juicio Final, vuelve a insistir ( de San Mateo, capítulo, 24,42), diciendo: Velad, pues no sabéis a la hora que vendrá nuestro Señor. Estad preparados porque, a la hora que no sabéis, vendrá el Hijo del Hombre. Lo importante no es hacer conjeturas acerca de cuando vendrá el Hijo de Dios. Lo que interesa de verdad es vivir vigilantes cada día como si fuera el último de nuestra vida. Vivir de tal manera que el Señor nos encuentre siempre preparados para poder comulgar.

Hoy celebramos el Día de la Iglesia Diocesana. Nuestro Obispo ha escrito una carta para todos los que formamos la Iglesia en Ibiza y Formentera en la que nos dice que es una ocasión apropiada para conocer un poco más a nuestra Iglesia diocesana. En esta iglesia local, presidida por el obispo, quien como sucesor de los apóstoles y con la cooperación de sus sacerdotes, vivimos nuestra fe, practicamos la esperanza y vivimos la caridad y misericordia.

Nuestra iglesia está integrada por las comunidades religiosas y los grupos apostólicos y cofradías. Cuenta con 26 parroquias, 37 sacerdotes y 185 catequistas. Con el lema de este año se pone de manifiesto que la iglesia diocesana es una gran familia, la gran familia de los creyentes, nuestra propia familia. Por esta razón siempre hemos de acudir y colaborar con la Iglesia. Nuestra iglesia diocesana merece que la amemos, la sirvamos, y vivamos colaborando en todas su obras y ello como expresión de nuestra fe en Jesucristo y nuestra unión siempre con Él.

Valoremos y agradezcamos los bienes que recibimos de ella; cada uno la necesitamos si queremos vivir nuestra condición de bautizados. La prueba del grado de nuestro amor será nuestro compromiso en la vivencia de la fe y vida cristianas, y en la cooperación en sus tareas. Nuestra iglesia diocesana tiene también necesidades materiales que atender y cubrir. Esto no sería posible sin la generosa colaboración económica de todos sus miembros. Seamos generosos siempre, y muy especialmente en las colectas que este domingo se hacen en todas las parroquias y capillas.

Así pues, os animo a esta ayuda y muchas gracias a todos por hacerla, nos dice nuestro Obispo.