Hoy, domingo 34 del tiempo litúrgico general, ciclo A, ultimo domingo del año litúrgico es la fiesta de Cristo Rey. Es una de las fiestas más importantes del calendario litúrgico, porque celebramos que Cristo es el Rey del universo. Su Reino es el Reino de la verdad y la vida, de la santidad y la gracia, de la justicia, del amor y la paz. La fiesta de Cristo Rey fue instaurada por el Papa Pío XI el 11 de Marzo de 1925. El Papa quiso motivar a los católicos a reconocer en público que el mandatario de la Iglesia es Cristo Rey.

Con la fiesta de Cristo Rey se concluye el año litúrgico, que este año ha sido sostenido con los textos del Evangelio de San Mateo. Esta fiesta tiene un sentido escatológico pues celebramos a Cristo como Rey de todo el universo. Sabemos que el Reino de Cristo ya ha comenzado, pues se hizo presente en la tierra a partir de su venida al mundo hace casi dos mil años, pero Cristo no reinará definitivamente sobre todos los hombres hasta que vuelva al mundo con toda su gloria al final de los tiempos, en la Parusía.

Con esta fiesta celebramos que Cristo puede empezar a reinar en nuestros corazones en el momento y así el Reino de Dios puede hacerse presente en nuestra vida. De esta forma vamos instaurando desde ahora el Reino de Cristo en nosotros mismos y en nuestros hogares, empresas y ambiente.

La Iglesia tiene el encargo de predicar y extender el reinado de Jesucristo entre los hombres. Su predicación y extensión debe ser el centro de nuestro afán vida como miembros de la Iglesia. Se trata de lograr que Jesucristo reine en el corazón de los hombres, en el seno de los hogares, en las sociedades y en los pueblos. Con esto conseguiremos alcanzar un mundo nuevo en el que reine el amor, la paz y la justicia y la salvación eterna de todos los hombres.

Para Jesús reine en nuestra vida, en primer lugar debemos conocer cada vez más y mejor a Cristo. Para ello la lectura y reflexión del Evangelio, la oración personal y los sacramentos son medios para conocerlo y de los que se reciben gracias que van abriendo nuestros corazones a su amor. Por eso, acerquémonos ordinariamente, y de forma especial los domingos a la Eucaristía. Y oremos con profundidad escuchando a Cristo que nos habla.

Al conocer a Cristo empezaremos a amarlo de manera espontánea, porque Él es toda bondad. Y cuando uno está enamorado se le nota.

Y con ello dar el paso de imitar a Jesucristo. El amor nos lleva a pensar como Cristo, querer como Cristo y a sentir como Cristo, viviendo una vida de verdadera caridad y autenticidad cristiana. Cuando imitamos a Cristo conociéndolo y amándolo, entonces podemos experimentar que el Reino de Cristo ha comenzado para nosotros.

Y amando a Jesús quedamos llamados a amar a los demás. Y una expresión de ese amor es llevar nuestro amor a la acción de extender el Reino de Cristo a todas las almas mediante obras concretas de apostolado. No nos podremos detener. Nuestro amor comenzará a desbordarse.

Que este día, moviéndonos a dedicar nuestra vida a la extensión del Reino de Cristo en la tierra, sea algo bueno que hagamos, y con ello Cristo nos premiará con una alegría y una paz profundas e imperturbables en todas las circunstancias de la vida. La fiesta de Cristo Rey, al finalizar el año litúrgico sea una oportunidad de imitar a los santos que vamos conociendo, celebrando sus fiestas y así vayamos promulgando públicamente que Cristo es el Rey de nuestras vidas, el Rey de reyes, el Principio y el Fin de todo el Universo.

Buen domingo, fiesta de Cristo Rey y que ello influya en nuestras vidas aquí en la tierra como preparación de nuestra vida en el cielo.