Ahora está de moda entre la exanticasta, a falta de algo mejor que saber gestionar, lo de pedir la devolución de armas o arqueologías que están en otros museos estatales y que están en ellos no porque las mangaran, sino porque a la sociedad balear de su tiempo le importaban un pito esos restos o porque el Estado Español era el encargado de excavar en las islas adyacentes y se quedaba con las mejores piezas de cada casa para hacer un Museo Nacional que en el lugar de origen no visitaría nadie, pero en la capital de España (que sigue siendo Madrid) visitaría mucha gente, como así sucede con los casi 60.000 visitantes que cada año ven los toros de Costitx en el Museo Arqueológico Nacional (Madrid) y las terracotas y tanits de Eivisssa. Lo impresionante de todo este asunto, a mi insano juicio, es que muchas de las piezas se podrían haber quedado en Baleares, pero nadie quiso comprarlas, ni las diputaciones ni siquiera el Tato. Es más recuerdo que en el siglo XVIII había un sujeto en Ibiza, Puguet, que se dedicaba a vender antigüedades púnicas; a Sorolla se las regalaban. Entonces, ¿de qué nos quejamos?: somos incapaces de proteger nuestro patrimonio, de dotar a investigadores de valía para que estudien lo nuestro y luego nos quejamos de que otras instituciones fuera de Baleares se lleven cosas a las que no les hicimos ni puto caso en su momento. Estaría bien un examen de conciencia y luego que los políticos se interesen por la Cultura no por utilizar la cultura para sus fines cutres, como así está sucediendo. Otra cosa es que sólo se solicita la devolución de las piezas que están en Madrid, en Barcelona hay muchas piezas, pero de esas nadie se acuerda: ¿por qué será?