Habrá que añadir a la larga lista de agravios del Estado opresor español al noble pueblo oprimido su negativa a aceptar la genial aportación del ex presidente fugado de la Comunidad autónoma de Cataluña a la ciencia política contemporánea, a saber, la instauración de un Estado telemático o republiquita virtual, dotada de catacóin, plasma, pseudoparlament i aroma (virtual) de escudella amb carn d’olla, poco nutritivo pero evocador.

A mi juicio, lo anterior es un ataque en toda regla a los sacrosantos derechos democráticos de un pueblo ancestral que había proyectado poner al día su atávico carlismo recurrente a través de las nuevas tecnologías inalámbricas, ya que, dado que el proyecto real se ha revelado irrealizable bueno era el virtual, pero la actitud terrible de Madrit (»aquell Madrid tibetà» del que hablaba Josep María de Sagarra) ha impedido su necesaria y obligada puesta a punto en el siglo XXI. ¡Una verdadera lástima!

Dicho lo anterior, pienso que la tabarra nacionalista continuará sin duda, porque un 47% de la población de la Comunidad autónoma se siente legitimada para imponer al 53% restante su cosmovisión o Weltanschauung (en alemán suena mucho mejor) que consiste, precisamente, en esa peculiar concepción de la democracia a la que tanto apela y se basa en el hecho incontestable de que hay seres superiores por ADN de nacimiento dotados de derechos inalienables, de la misma manera que los hay inferiores y desprovistos de los mismos por el mismo hecho de que su ADN no se asemeja al francés (Junqueras dixit).

Sea como sea, podemos prepararnos para seguir viendo concentraciones de regidores espesos y municipales blandiendo entusiásticamente varas de mando más valiosas que los votos (la vara puede golpear, el voto no), lacitos, bufandas y gorritos amarillos y jeremiadas recurrentes cada vez más desgastadas y manidas. Mientras tanto, la clase empresarial catalana vota con los pies y pone rumbo a territorios inhóspitos y bárbaros todos ellos, eso sí, de los Països Catalans, como son La Rioja, Aragón y, sobre todo, el denostado Madrit. Pese a todo lo anterior, llegará un momento en el que el seny venza a la rauxa porque se puede ser iluso mucho tiempo, pero no indefinidamente ya que la realidad es terca y acaba por imponerse. Amén.