Tiene la gasolina más cara de Europa, pero esto no contrae la demanda ni retrae a los moteros ni a los automovilistas de llevar su propio coche a la Pitiusa menor. Lo dicen los formenteranos y lo dicen los turistas: Aquí no hay quien viva. Al menos durante tres meses al año estos 80 km2 quedan colapsados, con un extraño olor a queroseno quemado y con un ruido insoportable. Justo todo lo contrario de aquellas cualidades que hicieron de Formentera un paraíso al alcance de cualquier europeo. Pero se acabó: hoy es cara, saturada, incómoda y peligrosa. Una relación de accidentes en la islita pone los pelos de punta.

Pero son lúcidos y saben que a más vehículos, menos negocio. El turismo de calidad busca justo todo lo contrario a lo que se ofrece en las últimas cinco temporadas. Y por eso mismo, los empresarios y los políticos van todos a una a la hora de defender una decisión que se viene masticando desde hace años: sobran coches. Muchos.

¿Cuál puede ser el mecanismo legal, si existe, para coartar la entrada en un territorio europeo? No es fácil, a no ser que se consiga una legislación específica de entornos naturales necesitados de un especial protección, aun sabiendo que no puede declararse a toda Formentera un gran parque natural. Por cierto, lo fue durante más de 300 años, deshabitado, solo poblado por algún asno asilvestrado y muchas sabinas.

Imagino que tienen trabajando a fondo a un buen equipo de técnicos. Si se quiere sobrevivir no queda otra opción. Quien quiera viajar con su vehículo a la isla deberá disponer de un permiso previo a partir del verano de 2019. Una Ley de Medidas Urgentes de Sostenibilidad Ambiental y Turística, dicen. Lo de medidas urgentes se lo pueden ahorrar, porque no lo son. Basta una ley para sostener el medio y el turismo inmerso en él. Tengo curiosidad por conocer la formulación teórica, que sin duda será pionera en España. Ibiza pretende emular la medida, pero no hará nada.

@MarianoPlanells