El pasado miércoles, día que los católicos llamamos Miércoles de Ceniza, comenzó la Cuaresma que es el tiempo litúrgico de conversión, que marca la Iglesia para prepararnos a la gran fiesta de la Pascua. Es tiempo para arrepentirnos de nuestros pecados y de cambiar algo de nosotros para ser mejores y poder vivir más cerca de Cristo. La Cuaresma dura 40 días; comienza el Miércoles de Ceniza y termina antes de la Misa de la Cena del Señor del Jueves Santo. A lo largo de este tiempo, sobre todo en la liturgia del domingo, hacemos un esfuerzo por recuperar el ritmo y estilo de verdaderos creyentes que debemos vivir como hijos de Dios.

Deseo, con confianza y afecto, animaros a todos vosotros, hermanos y amigos de Ibiza y Formentera que leéis mis artículos todas las semanas a que habiendo celebrado bien ese Miércoles de Ceniza y ello os haya entrado bien viváis como se debe la Cuaresma, ese tiempo en el que Cristo, que nos ama y estima nos invita a cambiar de vida. La Iglesia nos invita a vivir la Cuaresma como un camino hacia Jesucristo, escuchando la Palabra de Dios, orando, compartiendo con el prójimo y haciendo obras buenas.

Nos invita a vivir una serie de actitudes cristianas que nos ayudan a parecernos más a Jesucristo, ya que por acción de nuestro pecado, nos alejamos más de Dios.

Por ello, la Cuaresma es el tiempo del perdón y de la reconciliación fraterna. Cada día, durante toda la vida, hemos de arrojar de nuestros corazones el odio, el rencor, la envidia, los celos que se oponen a nuestro amor a Dios y a los hermanos. En Cuaresma, aprendemos a conocer y apreciar la Cruz de Jesús. Con esto aprendemos también a tomar nuestra cruz con alegría para alcanzar la gloria de la resurrección.

En el Miércoles de Ceniza los cristianos, participando en el acto religioso, recibimos una cruz en la frente con las cenizas obtenidas al quemar las palmas usadas en el Domingo de Ramos el año anterior. Al imponer la ceniza, el sacerdote pronuncia las palabras Memento homo, qui pulvis es et in pulverem reverteris («Recuerda, hombre, que eres polvo y al polvo volverás»). Se trata de recordarle a los creyentes que la vida es pasajera.

El Miércoles de Ceniza trae consigo varias obligaciones y curiosidades para millones de católicos en el mundo como el ayuno, la abstinencia, la oración o la confesión de pecados.

El ayuno consiste en hacer una sola comida fuerte al día. Hay que cumplirlo durante el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo. Vendría a expresar la participación en la muerte y resurrección de Cristo. También se permite tomar algo ligero por la mañana y por la noche. Están obligados a ello todos los católicos mayores de 18 años y hasta los 59. Aunque recoge excepciones que afectarían a los enfermos, las mujeres embarazadas o las madres que estén en etapa de lactancia. El ayuno está relacionado con la oración y la limosna, lo que preserva una rectitud de cara a Dios y al prójimo, y se evita que se convierta en un puro formalismo externo.

La abstinencia, por su parte, se debe cumplir en el Miércoles de ceniza, todos los viernes de Cuaresma y el Viernes Santo. Consiste en la prohibición de comer carne (roja, blanca y sus derivados), según una antigua práctica del pueblo cristiano. Aquí no hay excepciones permitidas y estarán obligados a cumplir la abstinencia los católicos mayores de 14 años.

En definitiva, celebremos bien la Cuaresma y así un día, el día de Pascua, celebraremos la Resurrección de Jesús en Jerusalén, imagen de la resurrección preparada también para nosotros.