La inmersión en barcelonés es un auténtico peligro para la formación de los niños que no pueden elegir, es decir, de los estratos menos favorecidos de la sociedad. La educación y la cultura es uno de los pocos ascensores sociales para salir de la pobreza y de la ignorancia. ¿Qué futuro puede esperarle a un niño educado en Ibiza que apenas balbucea el español porque lo han asfixiado en esta lengua intrusa minoritaria? Ninguno.

Por esto extraña que el PSOE sea tan activo en su política en defensa de los ricos, pues solo estos pueden permitirse colegios privados, en los que solo se enseña catalán durante una hora semanal. No se entiende que un partido de clase como el PSOE sea nacionalista: son términos contradictorios. Si es cierto que defiende la libertad ¿por qué está en contra de la casilla donde los padres puedan elegir el idioma vehicular en el que educar a sus hijos? Hace años que este partido ha dado pruebas de su desnortada política en España. Siempre contra la libertad.

Si la inmersión fuera buena, los capitostes y los dirigentes catalanes sumergirían a sus vástagos en la escuela pública, donde ilegalmente se obliga a la inmersión, con solo dos horas de clase en español a la semana.

Los ricos han estudiado en los mismos colegios que ahora estudian sus hijos. Pilar Rahola lleva a su hija al Aiglon College suizo, 120.000€ por curso, ni una palabra en catalán. Junqueras en el Liceo Italiano, colegio de pago, donde también estudio él.

Ambos exigen a grito pelado la inmersión de los hijos ajenos en la deficiente escuela pública, mientras preparan a los suyos para seguir dirigiendo Cataluña.

El cinismo catalanista no tiene límites. El nefasto Artur Mas estudió en el Liceo Francés y matriculó a sus hijos a la escuela cuatrilingüe Aula, donde pagaba más de mil euros mensuales. El expresidente Montilla copió a Jordi Pujol, sus niños estudiaron en el San Alberto Magno, Colegio Alemán de Barcelona, donde solo daban una horita en catalán. El resto en español, inglés, alemán.

@MarianoPlanells