✒ Varias cadenas hoteleras quieren aprovechar las dificultades por las que atraviesa el complejo Megapark de la playa de Palma, propiedad del Grupo Cursach, para comprarlo. Lanzan su OPA hostil justo en este preciso momento, como las hienas en el Serengueti se lanzan a por un búfalo en cuanto detectan de entre la manada al que está enfermo o herido. Los empresarios que lanzan su oferta a través de los medios, sin atreverse a ir a la sede del Grupo Cursach a plantear sus aspiraciones por un complejo de ocio que no ha sido puesto a la venta (que se sepa), además erigen su maniobra como un acto casi de filantropía. Quieren erigir un hotel y un ‘beach club’ de lujo para acabar con el turismo de borrachera, dicen. Será que sus huéspedes son abstemios o que no son los que van al Megapark.

✒ Los hoteleros carroñeros no quieren recuperar la zona ni cambiar el modelo de negocio. Quieren que los turistas alemanes se emborrachen en sus hoteles, sin salir a la calle para nada. Su aspiración es muy legítima, pero no puede pasar por un acto beneficioso para el turismo o para la ciudad, porque es solo rentable para ellos. Imagínense a los leones defendiendo que su ataque a un ñu recién nacido es beneficioso para la evolución de las especies y la selección natural, porque permite que sobrevivan los ejemplares más fuertes. No cabe mayor cinismo. Quien incurre en tales prácticas demuestra su catadura moral por el simple hecho de impulsarlas. Pero se arriesga mucho, porque nadie está a salvo de sufrir una persecución como la que ahora acecha al Grupo Cursach. No hace muchas semanas un importante hotelero mallorquín fue detenido en Estados Unidos y su grupo sufrió por ello, por más que se declara absolutamente inocente y dispuesto a colaborar con la Justicia. Pero el mal ya está hecho. ¿Quién puede considerarse a salvo de sufrir algo así?

✒ Los buitres no acostumbran a lanzarse a por su presa hasta que ha muerto. En este caso convendría esperar a que se certifique la defunción y si es posible, a que se haya hecho el funeral, para ser prudentes. Tras la revocación de la pieza separada del ‘caso Cursach’ que iba a ir a juicio por coacciones, cohecho e integración en grupo criminal, porque el auto judicial no estaba debidamente justificado, (lo que demuestra lo bien que fue instruida la causa por el magistrado Manuel Penalva, apartado por la Audiencia Provincial), lo mejor sería no vender la piel del oso antes de haberlo cazado.