Tanto multiculturalismo que nos impregna más la globalización, hace que a veces nos olvidemos de la civilización a la que pertenecemos. Está muy bien estar pendiente de los demás y aprender de otras culturas, pero no deberíamos olvidarnos de dónde venimos: no digo que haya que recurrir a don Pelayo o ser católico de misa diaria, cada uno que sea y crea en lo que considere, pero, creencias aparte, no podemos renunciar (no lo hacía Buñuel, por ejemplo) a un patrimonio histórico-cultural tan importante de España como el que transpira por las tradiciones y grupos escultóricos de la Semana Santa. Hasta Rafael Alberti, que no creo que rezara mucho, se la jugó para que los milicianos no destruyeran la imaginería ibicenca, la de Formentera ya estaba destruida (como aparece en la Causa General de la Guerra Civil que está en el Archivo Histórico Nacional). Hace poco el Ayuntamiento de Madrid celebró por todo lo alto, colgando pancartas en la Gran Vía y en Recoletos, el Año Nuevo Chino. Lo mismo pasó hace unos años con las estrellas de Bollywood que vinieron a Madrid y que fueron agasajadas institucionalmente. Cuando el Ramadán los líderes políticos de izquierda se apresuraron a felicitar por twitter a los musulmanes, así lo hicieron Pablo Iglesias y el otro Garzón, que mandaron un saludo a la comunidad musulmana de España, pero hete aquí que llega la Semana Santa y para la comunidad católica de España no hay saludo. ¿Por qué? Supongo que para los podemitas éstos católicos son gente rara, las abuelas de ellos mismos, que seguramente son católicas, son raras, sus ancestros fueron raros y su país es raro, y sobre todo estos católicos de Semana Santa no son precisamente su vivero de votos, eso sí que está claro.