Rajoy en Palma se siente impelido a avisarnos del riesgo de contagio con la desastrosa Cataluña catalanista y antiespañola. Menos mal. Pero mira que ha tenido tiempo de tocar a arrebato desde que su partido promulgara la Ley de Normalización Lingüística en 1986 con el acomodaticio payés Cañellas, siempre tan enamorado del dinero, tanto que le costó el cargo por corrupto y no ingresó en la cárcel porque el caso ya había prescrito por los pelos. Así lo resume la Wikipedia:

«Los hechos consistieron en la adjudicación irregular de las obras de construcción del Túnel de Sóller a Antoni Cuart, un empresario socio del presidente Gabriel Cañellas y el pago de este de unos 50 millones de pesetas a la Fundació Illes Balears, presidida por Gabriel Cañellas y al mismo PP, para sufragar los gastos de las campañas electorales de 1989 y 1991».

Pues bien, este mismo Cañellas es quien parece estar detrás del actual PP de Biel Company, lo cual no contribuirá a consolidar la candidatura de este partido. Con Cañellas, Baleares se entrega al catalanismo, que de todas formas remató la monopolización de las escuelas mediante una polémica Ley de Mínimos ya en tiempos de otro corrupto, Jaume Matas.

No puede decirse que quienes introdujeron las herramientas para la catalanización hayan terminado muy bien, pero esto le da lo mismo a los nacionalistas que no dudaron en hacerse con el control de la educación balear desde el minuto uno. Así que, señor Rajoy, ahora ya no hay peligro de contagiarse, ya que lo estamos desde hace muchos años, desde 1986.

Lo tenía fácil Rajoy para oponerse a un caótico y nefasto Pacto. Acto fallido. Otro más.
@MarianoPlanells