Yo creo que en Baleares los que no saben catalán o hablan la otra lengua constitucional o el mallorquín o ibicenco y no ese catalán de Barcelona tan entendible para un castellanoparlante, y quieren trabajar en la Administración local, no deberían quejarse si les obligan a sacarse el certificado de catalán de Catalunya para tocar en la banda de música del pueblo o si no les queda otra que saber catalán certificado para operar el corazón a un paciente. Si estás operando a alguien del corazón y te entra ansiedad porque tu futuro puesto profesional corre peligro, dejas al paciente con el pecho abierto, ¡que le den!, y te pones en el quirófano a estudiar catalán normalizado porque al día siguiente tienes un examen. Pero bueno, el catalán, que es una lengua riquísima, al fin y al cabo, lo básico, se puede aprender en poco tiempo, pero hete aquí que la cosa se lía más en el País Vasco, porque los antitodo de allí van a imponer que las empresas que quieran trabajar para las Administraciones euskaldunas y que tengan servicio de atención al público, tendrán que presentar un plan por el que sus trabajadores saben o están aprendiendo euskera. Como si el euskera caucásico se pudiera aprender en dos tardes como aprendió economía ZP del maestro Jordi Sevilla. Y como si el español no fuera, como el euskera, lengua constitucional y oficial de este país que como hay tantos, ya no sabemos cuál es ni dónde está. Me parece perfecto animar a que se aprenda el vasco, pero de imponer eso, no; ni eso, ni nada. A lo mejor, para muchos es más fácil levantar piedras de una tonelada o cortar árboles en cuatro hachazos que aprender una lengua complejísima. Deberían también convalidar eso a la hora de trabajar en la España prerromana.