En estos tiempos tan mediocres y de mediocres en los que nos ha tocado vivir o eres algo o lo llevas claro, pero tienes que ser algo tangible. Aquí el budismo o el confucionismo no vale. Lo primero que te exigen es que seas de izquierda, y si no eres de izquierda eres un facha como la copa de un pino (sin mediar graduación). Si ves con cierta objetividad la guerra civil y encima te has leído las Causas Generales que están en el Archivo Histórico Nacional y te empeñas en decir que este señor que era dramaturgo y no hizo nada malo o este cura que era de Ibiza y tampoco hizo nada malo, que por qué los vejaron y asesinaron, pues te la estás jugando. Hoy no es suficiente con ser filatélico o numismático o entomólogo o sexador de pollos, tienes que ser ecologista (aunque sin definirte «ecologista» te gusten el campo y los animales), tienes que estar en contra de los bancos, los latifundios, Estados Unidos, a favor de Maduro y Cuba que luchan contra el agobio capitalista y sobre todo tienes que estar a favor de los pobres sean estos buenos o malos (como los que salen en «Los olvidados» de Buñuel). En cuanto a la inmigración irregular tienes que decir que todos caben en España, que tenemos dinero y ambulatorio para millones. Sobre las pensiones, pues más de lo mismo: que no hay derecho a que uno que no ha trabajado en su vida vaya a cobrar menos que tú que has cotizado 35 años; todos iguales. Si tu lengua vehicular es el español y vives en Cataluña, pues no se te ocurra hablarlo, te quedas en las conversaciones mudo, como Harpo, no vaya a ser que piensen que eres un fan del juez Llarena.