Hoy es la Solemnidad de Pentecostés, la fiesta de la venida del Espíritu Santo, que vino sobre los Apóstoles y que nosotros hemos recibido con ocasión de nuestro bautismo y hemos confirmado y reafirmado su presencia al recibir el Sacramento de la Confirmación.

Es importante que seamos conscientes de esa presencia y de esa ayuda. El Espíritu Santo nos ayuda a asimilar la doctrina de Cristo. El Espíritu Santo nos da la fuerza necesaria para vivir nuestros compromisos cristianos, Vivir con la ayuda y la fuerza del Espíritu Santo es vivir de fe, de esperanza, de caridad; dejar que Dios tome posesión de nosotros y cambie de raíz nuestros corazones, para hacerlos a su medida.

Anteayer, el día 18 de este mes, era el cumpleaños de San Juan Pablo II, que nació el 18 de mayo de 1920 en Polonia. Y pensando un poco en ello, comparto con vosotros, estimados amigos y lectores de mis artículos semanales en este Periódico de Ibiza y Formentera, como el Espíritu Santo, acogido por su madre, hizo que ella cumpliera las cosas como deben ser. Y al recodarlas que ello nos haga personas que, guiadas por el Espíritu Santo hagamos las cosas bien.

Nació ese día y eso es importante. ¿Por qué lo digo? A su madre, mientras estaba embarazada se le propuso que abortara. Como se cuenta en un libro, Recordando a Juan Pablo II de Pedro Beteta (2009, Ediciones Rialp): «Su madre se encontraba enferma, por lo que su embarazo afectaba negativamente su estado de salud. Por este motivo los médicos le recomendaron «interrumpir el embarazo».

Pese a ello la madre del futuro Papa se negó a abortar y, dispuesta a sacrificar la vida por el hijo, se arriesgó y dio a luz. El niño nació sano (…)». Si su madre hubiera aceptado esa propuesta, que no es buena, ella no hubiera tenido ese buen hijo y el mundo un buen Papa y un gran Santo.

Sor Lucía, la vidente de Fátima, hizo referencia a este hecho en entrevista concedida a Antonio Colao, publicada en 1998 por el periódico Asturiano “La Voz de Avilés” y reproducida el 7 de noviembre de 1998 por el Semanario Alfa y Omega del Arzobispado de Madrid.

Dice en parte de la entrevista Sor Lucía: «El aborto es un crimen que se viene perpetrando desde fechas inmemoriales. (…) Con los gastos sufragados por el Estado, lo han convertido en un pecado mortal colectivo. (…) Es de notar que, conforme a lo publicado en la revista Chi, el Papa está en el mundo porque su madre se negó a abortar. (…) Si esta madre hubiera decidido lo que tantas otras, la pérdida de este hombre sería de repercusión universal. Esto nos hace pensar cuántos seres humanos potencialmente creadores de bien y santos como el Papa habrán sido abortados desde que las leyes inicuas entraron en vigor dando paso libre a crímenes tan horrendos».

Ojalá, aquí no tuviéramos abortos movidos por la fuerza y la ayuda del Espíritu Santo y tendríamos más personas aún buenas y lógicas.

Y otro detalle de la madre de San Juan Pablo II fortalecida por el Espíritu Santo: en el parto, como era el mes de mayo por la tarde, en la parroquia del pueblo de Wadovice estaban haciendo el rezo del mes de María, y la casa estaba al lado de la parroquia pidió que dejarán la ventana abierta para que entre las primeras cosas que ese niño que iba naciendo escuchara estuvieran los cantos a la Virgen, es decir, que empezara a tener ese trato con la Madre de Dios y Madre nuestra, indicando así como una buena mujer procura la religiosidad de sus hijos.

En esos detalles, pues, de la madre física de San Juan Pablo II vemos como se dejaba guiar por la fuerza y las acciones del Espíritu Santo. Al celebrar, pues, hoy esa venida del Espíritu Santo que ello haga que nuestras obras, acciones y deseos sea también obras movidas por la acción buena que nos hace el Espíritu Santo.