El recién elegido presidente de España suele iniciar su andadura yéndose presto primero a Marruecos a rendir pleitesía al sátrapa magrebino y luego a Francia para que el monarca republicano entronizado de allí le ayudara en la lucha antiterrorista y no nos dejara tirados como hicieron Giscard y Mitterrand. Esos dos viajes eran obligados para comenzar la legislatura presidencia, y hete aquí que vamos a entrar en una nueva costumbre protocolaria inaugurada por Torra y que consiste en que el presidente de Catalunya antes de saber cuántos parados tiene o qué va a hacer para mejorar la economía de sus representados, se va a ir a rendir pleitesía a un president que no es president de nada (ni siquiera en la república de su casa) y que ahora está en Berlín, no sé exactamente en qué lado del muro. A la vez que Quim visitaba la Catalunya del exilio (porque ahora resulta que hay dos Cataluñas, incluso tres si añadimos a los que no votan a Quim), Sánchez y Rajoy se reunían para que Quim recibiera el mensaje de que hay 155 no edulcorados sino más duros. El enfrentamiento no termina nunca y así no vamos a poder vivir. Y esto ya se está convirtiendo en una trágica ópera bufa. Lo primero que ha exigido Quim es que le devuelvan la facultad de manejar a su gusto las finanzas de su terruño, en temas de dinero (el que ponemos todos los españoles porque Cataluña solo tiene bonos-basura), en eso el new presidente no es xenófobo, a la pela no le hace ascos y quiere gestionarla él. Hay una vía legal muy clara marcada en la Constitución para encarar la independencia de un territorio de la vieja piel de toro, o la tomas o la dejas, son lentejas, Quim, deja de hacer circo, miiijo.