La elección de un individuo semianalfabeto que ni siquiera es diputado como Presidente del Gobierno del Reino de España parece colmar el vaso de los despropósitos a los que nos ha conducido, lenta pero inexorablemente, una Constitución tan bienintencionada y celebrada en su día como hoy contraproducente.

El espectáculo obsceno de partidos políticos variopintos, cada uno con sus designios particularistas y contradictorios, unidos por un único hilo conductor -»cuanto peor mejor»- de arrimar el ascua a su más o menos putrefacta sardina augura el fin de ciclo de un nuevo experimento fallido de convivencia razonablemente moderantista entre españoles.

Vuelta a la radicalidad y al visceralismo y van ya …Tengo claro que yo voy a exiliarme ordenada y voluntariamente a un país vecino porque me niego a contribuir a sufragar con mis impuestos un sindiós intolerable del que no hemos vislumbrado siquiera sus más que probables consecuencias, seguramente peores de las que me atrevo a imaginar.

El país no perderá absolutamente nada con mi ausencia, pero yo, en cambio, ganaré en serenidad y, más que nada, en dignidad. Me niego a estar gobernado por un individuo que utiliza el gerundio «preveyéndola» (!) y afirma que el andaluz Machado nació en Soria. Hasta aquí llegan mis tragaderas.

Desde mi nuevo país de acogida, promoveré la candidatura de Belén Esteban a la Presidencia del Gobierno, si es posible a la cabeza de un gabinete de chimpancés monosabios y gañanes analfabetos, en la convicción de que esa presidencia será menos dañina que la que ahora está a punto de instalarse en la Moncloa.

Ya no delenda, sino derelicta est Hispania. Que con su pan se lo coman los corruptos que utilizan la corrupción ajena para encaramarse a las más altas instituciones del Estado: por mí, aquí paz y allá gloria. ¡Faltaría más!