Hará ya días que nuestra presidenta Armengol habrá llamado a Sánchez para felicitarle por su juego de tronos y supongo que se habrá quedado de piedra cuando su jefe le ha puesto de ministra de Hacienda a María Jesús Montero, que ya se opuso desde su poltrona andaluza a mejorar la financiación de Baleares. Y la pregunta a todo esto es ¿existe Baleares? ¿Existimos? Como ente cultural claro que existimos, basta recordar el mundo fenicio-púnico, nuestro folclore que alucinó a Lomax, la historia de nuestras salinas, tantas y tantas cosas que conforman un envoltorio muy singular que no se da en otros sitios y que no apreciamos debidamente. Pero a veces parece que quieren que Baleares sea solo un destello del faro de Cataluña y no es así. Hay tantos posos y tanto magma, el catalán es uno de ellos, pero no el único, como el magma de México no es solo la conquista y colonización española. Ese episodio es uno más dentro de un país cósmico que se pierde en el legendario pozo azteca. Me da pena que muchos políticos nuestros tengan como referente máximo a los políticos catalanes, los que están descomponiendo la vieja piel de toro y no tengan como referencia a sus Islas. ¿Por qué no somos capaces de generar una cultura política propia y tenemos que ir copiando lo que pasa en Tabarnia o en Tractoria? Y tenemos que aguantar al Tardà ese que dice que una vez se independicen, seguirán en el Parlamento español porque todavía les quedará separar (¡ellos lo harán, no nosotros!) a Baleares y Valencia porque son territorios que forman parte de los Païssos mentales de ese jeta. Pese a nuestra enorme riqueza histórico-cultural, nada peor que ir a rebufo de otros y carecer de personalidad propia.