Hoy, día 24 de junio, en la Iglesia católica celebramos la fiesta del nacimiento de San Juan, el primo de Jesús, hijo de Marta, prima de la Virgen María, y de Zacarías, sacerdote del templo de Jerusalén. En nuestra Diócesis esta fiesta tiene un celebración especial en la Parroquia que lleva el nombre de San Juan, un templo que fue autorizado en 1726 por el Obispo Manuel de Samariego, que entonces era Obispo de Tarragona, diócesis de la que dependía en aquel tiempo Ibiza, pues los vecinos de la zona de Labritja le expusieron que allí había crecido la población y que era difícil ir a los templos de San Miguel o de Santa Eulalia. En 1932 estaba ya construido ese templo. Al ser elegida la Diócesis de Ibiza, su primer Obispo, Mons. Manuel Abad y Lasierra la declaró parroquia en 1785 y así sigue desde entonces.

San Juan Bautista es el único santo al cual se le celebra la fiesta el día de su nacimiento. Nació seis meses antes de Jesucristo, El capítulo primero del evangelio de San Lucas nos cuenta de la siguiente manera el nacimiento de Juan: Zacarías era un sacerdote judío que estaba casado con Santa Isabel, y no tenían hijos porque ella era estéril. Siendo ya viejos, un día cuando estaba él en el Templo, se le apareció un ángel de pie a la derecha del altar. Y el angel le dijo: «No tengas miedo, Zacarías; pues vengo a decirte que tú verás al Mesías, y que tu mujer va a tener un hijo, que será su precursor, a quien pondrás por nombre Juan. No beberá vino ni cosa que pueda embriagar y ya desde el vientre de su madre será lleno del Espíritu Santo, y convertirá a muchos para Dios».

Seis meses después, el mismo ángel se apareció a la Santísima Virgen comunicándole que iba a ser Madre del Hijo de Dios, y también le dio la noticia del embarazo de su prima Isabel.

Llena de gozo corrió a ponerse a disposición de su prima para ayudarle en aquellos momentos. Y habiendo entrado en su casa la saludó. En aquel momento, el niño Juan saltó de alegría en el vientre de su madre, porque acababa de recibir la gracia del Espíritu Santo al contacto del Hijo de Dios que estaba en el vientre de la Virgen.

También Santa Isabel se sintió llena del Espíritu Santo y, con espíritu profético, exclamó: «Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre. ¿De dónde me viene a mí tanta dicha de que la Madre de mi Señor venga a verme? Pues en ese instante que la voz de tu salutación llegó a mis oídos, la criatura que hay en mi vientre se puso a dar saltos de júbilo. ¡Oh, bienaventurada eres Tú que has creído! Porque sin falta se cumplirán todas las cosas que se te han dicho de parte del Señor». Y permaneció la Virgen en casa de su prima aproximadamente tres meses; hasta que nació San Juan.

Juan vivió toda su juventud dedicado nada más a la penitencia y a la oración y solamente le preocupaba el Reino de Dios. Cuando Juan tenía más o menos treinta años, se fue a la ribera del Jordán, conducido por el Espíritu Santo, para predicar un bautismo de penitencia. Habiendo llegado al Jordán, se puso a predicar a las gentes diciéndoles: “Haced frutos dignos de penitencia” Por este tiempo vino Jesús de Galilea al Jordán en busca de Juan para ser bautizado. Habiendo sido bautizado Jesús, al momento de salir del agua, y mientras hacía oración, se abrieron los cielos y se vio al Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma y permaneció sobre El. Y en aquel momento se oyó una voz del cielo que decía: «Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo todas mis complacencias».

A una figura tan extraordinaria, en el día del inicio de su vida en la tierra le pedimos, por el bien de nuestras Islas de Ibiza y Formentera: «Juan Bautista: pídele a Jesús que nos envíe muchos profetas y santos como tú».