Cuando se pega un golpe de Estado a la antigua usanza lo primero que suelen hacer los militares es bombardear el palacio presidencial y luego ocupar la Tele y poner música militar y, si son cultos, poner a Wagner, ¿por qué?, pues porque controlar completamente la Radio y la Cajatonta Nacional es el primer paso para afianzar una dictadura.

Así lo hizo Pinochet, y eso, por ejemplo, no lo hizo Tejero que se quedó en el “se sienten, coño” y no se fijó en que una cámara sin manos estaba grabando en el Congreso mientras la prensa y la tele seguían siendo independientes.

Hace mucho que no veo la tele nacional; veían “La clave”, veía “Encuentros con las letras”, veía “Viaje con nosotros”, pero cuando empezó Lorenzo Milá a hacer aquel Telediario de la 2 empezando con un “¡qué tal!” y poniéndonos todo el rato imágenes de las ballenas y diciéndonos todo el rato, lo que ya sabemos, que hay que protegerlas y no informando de nada, solo gesticulando y haciendo muecas; pues apagué la tele nacional para siempre, ese fue mi apagón analógico y postanalógico que todavía dura.

Por eso a mí no me va a afectar que el Consejo de RTVE esté formado por gente politizada hasta la médula cuyo trabajo va a consistir en ir minando la relativa independencia de la que hasta ahora gozaba la Cajatonta y en comenzar con una férrea educación y adoctrinamiento de la ciudadanía con menos capacidad para discernir.

Hay que reconocer que la tribu de Coletas-Galapagar lo ha hecho muy bien y ha tomado uno los puntos sensibles de España, como también lo han hecho muy bien (para ellos) los independentistas catalanes cuya máquina de propaganda es TV3. Van haciendo, pasito a pasito, mientras Sánchez acaricia ese caniche que le tiene entretenido en la Moncloa.