Se han cumplido estos días 21 años del vil asesinato de Miguel Ángel Blanco a manos de ETA. Recuerdo esos días como si fuera ayer y aún se me pone la piel de gallina. A día de hoy aquello sigue aún muy fresco en nuestra memoria y esperemos que no se olvide durante muchas generaciones. Es curioso a la vez que triste ver como en el PP recuerdan una y otra vez a esta y a todas las víctimas de ETA haciendo todo lo contrario que con las víctimas del franquismo, de las que prefieren olvidarse y las ningunean hasta ofender sin ningún rubor. Este politiqueo de los populares para con los muertos les desacredita para ir dando lecciones y lo único que consiguen es el efecto contrario en una gran parte de la población que no entiende ese desprecio a los cientos de miles de víctimas de un régimen dictatorial frente a tanta sensibilidad con las víctimas etarras. No se pueden utilizar los pactos de la Transición para pasar página sin más. Es hora de hacer limpieza de verdad, levantar todas las alfombras y enterrar como toca a los muertos perdidos en tantas cunetas de la vergüenza. Los asesinatos lo son y punto. El respeto se gana con más respeto y la memoria histórica tiene que servir de la misma forma para unos muertos que para los otros. Dicen aquello de que el pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla y al paso que vamos poco nos falta. No se puede hacer un lavado de cara del franquismo como no se debe dejar de llamar asesinos a los terroristas de ETA ni se pueden ni deben hacer homenajes ni a unos ni a otros y a día de hoy se les hace a todos ellos impunemente. A los ciudadanos que nos asquean los asesinos se llamen como se llamen nos gustaría que se hiciera justicia y que se recordase a todas las víctimas con respeto y a los verdugos como lo que son.