No voy a entrar a valorar la sentencia sobre el caso de Juana Rivas y no es porque no tenga ganas pero da igual, ya estamos acostumbrados a que la Justicia en España sea cualquier cosa menos justa. Lo que me preocupa es la cantidad de hombres y algunas mujeres que se sienten felices y satisfechos con la sentencia. El hecho de que castiguen a una mujer y a sus hijos a vivir separados durante seis años lo sienten como una victoria. Hombres que creen que el feminismo es lo opuesto al machismo. Hombres que sienten peligrar su masculinidad y virilidad con tanta ideología de género. Hombres que creen que es gracioso utilizar la palabra feminazi para descalificar a las feministas. Hombres que opinan que hace falta un día del Orgullo Hetero. Hombres que creen que hay una mayoría de denuncias falsas sobre malos tratos. Hombres que educan a sus hijas a vivir con miedo en vez de a vivir orgullosas y empoderadas. Hombres que creen que la igualdad es seguir haciendo lo mismo a pesar de lo nefasto de los resultados. Hombres a los que les da igual que cada año mueran tantas mujeres a manos de sus parejas. Hasta hace poco se avergonzaban de dar la cara y opinar públicamente pero con las redes sociales se han soltado y han convertido el Twitter y el Facebook en unas barras de bar repletas de hooligans y borrachos virtuales que vomitan todo lo que les pasa por la cabeza sin ningún pudor. Se apoyan y retroalimentan entre ellos y se jalean para ver quién la dice más gorda. Hemos retrocedido gran parte del camino que creíamos haber avanzado. Es muy difícil luchar contra tantos siglos de machismo enraizado en nuestro ADN. Hace falta mucha pedagogía y educación en las escuelas. La igualdad debe ser algo transversal en el sistema educativo para que las futuras generaciones crezcan en el respeto, la igualdad y el feminismo.