Por primera vez en siglos, la generación que tiene ahora menos de 40 años tiene claro que vivirá peor que sus padres. Se trata de un punto de inflexión epocal, ya que la linealidad del progreso se ha interrumpido tras haber vertebrado las sociedades occidentales desde la revolución francesa. Vivimos un auténtico cambio de paradigma, en el que el futuro ha dejado de ser el lugar de la ilusión, de la esperanza y de una vida mejor, y se ha convertido en un receptáculo de temores e inseguridades, ensombrecido por amenazas incontables.
Se trata de un fenómeno global que ha tenido su reflejo también en España y en las Islas Baleares. Todo ha sucedido por causa del neoliberalismo, una ideología burda y obtusa que se basa en la codicia insaciable y cortoplacista de una minoría ínfima de privilegiados. Esta minoría ha roto el contrato social implícito que durante décadas había permitido que las personas sencillas gracias a su trabajo pudieran tener algo tan obvio como una vida digna, una casa, una familia, mientras que el Estado social redistribuía la riqueza a través de los impuestos para garantizar a toda la ciudadanía una sanidad y una educación públicas y de calidad, y unas pensiones suficientes para vivir dignamente la etapa final de la vida.

En particular, han dejado a los jóvenes sin futuro, sin algo que estaba conseguido desde hace un par de siglos: eso tan consolidado de que con esfuerzo se tendrá un buen trabajo, o que trabajando se podrá pagar una casa, llegar a fin de mes, formar una familia y realizar un proyecto de vida. Ahora, la juventud se encuentra sumida en la precariedad laboral y apenas cotiza a la Seguridad Social, por lo que no tendrá pensiones dignas. Un presente inseguro e incierto, un futuro sombrío, sin garantías.

Para destruir todo esto en nuestro país, las élites tienen a su servicio dos herramientas políticas: el PP y su recambio Ciudadanos, partidos que no han tenido reparo en remover todo lo peor del alma humana explotando hasta el fondo la vieja fórmula del divide et impera: han enfrentado territorios, jóvenes con mayores, empresarios con asalariados, hombres con mujeres, españoles con inmigrantes, catalanoparlantes con castellanoparlantes. El PP, y especialmente Ciudadanos, necesitan crear y amplificar la inseguridad social y el odio fratricida, ya que son los venenos del que se alimentan políticamente. El voto en contra de la moción de censura que ha derribado al Gobierno del partido más corrupto de Europa ha desenmascarado definitivamente la estafa política de C’s.

El desmantelamiento del Estado social se ha llevado a cabo con los recortes de personal y de inversiones en la educación y en la sanidad pública, en la Justicia y en los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad, que representan las auténticas banderas de nuestra patria. En paralelo, se han devaluado los salarios y se ha convertido la vivienda en mercancía especulativa reduciendo la duración de los contratos de alquiler, con cero inversiones en vivienda social o incluso malvendiendo el parque de viviendas públicas a fondos buitre. La enorme dificultad para acceder a una vivienda asequible está afectando especialmente a Baleares. La paradoja es que todo esto lo han perpetrado los patrioteros de pacotilla.