El equipo de gobierno del Consell de Formentera se comporta habitualmente con un absoluto y radical desprecio a la ley en materia de contratación, ya sea de bienes, servicios o personal. Ello se debe a la interiorizada creencia de que aquello es suyo, que pueden hacer lo que les venga en gana porque para eso gobiernan con mayoría absoluta, por que los vecinos así lo han querido, y que son soberanos. Formentera es su cortijo y ellos son la ley allí. Es tal su desfachatez que cambian las bases de las pruebas de acceso a la Policía Local como se les pone por el arco del triunfo y en un más difícil todavía, se permiten el lujo de incumplirlas con el vicepresidente Bartomeu Escandell argumentando que se hace por «elegancia». Y es que en el Consell de Formentera se ha llegado al nivel de pisotear las normas por «elegancia». Me recuerdan tanto a Unió Mallorquina en sus viejos tiempos…
No les preocupan los recursos, ni las denuncian que se puedan interponer, como no les inquieta la causa que tienen abierta en un juzgado de Ibiza el presidente Jaume Ferrer, la consellera Sònia Cardona, la diputada autonómica de Gent per Formentera Silvia Tur y el gerente Isidor Torres, por presunta prevaricación en la contratación de los bomberos de Formentera. Ellos deciden allí quién trabaja y quién no, lo que se explica a la prensa o lo que no, lo que se publica en el portal de transparencia y lo que no. La arbitrariedad y la opacidad es su modus operandi porque ellos son independientes. De ahí sus simpatías con los independentistas catalanes. Van de demócratas pero solo son unos trileros. Algún día allí se decidirá a hacer acto de presencia la Justicia. Ese día que tarde o temprano llegará las cosas cambiarán porque no hay democracia que soporte que sus gobernantes hagan de su capricho la única norma. Y encima presuman de «elegancia».