La última semana en Twitter ha corrido como la pólvora el hashtag #MeQueer que se ha convertido en trending topic mundial y bajo el cual miles de gays y lesbianas han expuesto momentos de su vida en los que han sentido como la LGTBIfobia les ha hecho vivir experiencias que ningún heterosexual ha tenido que sufrir jamás por su condición sexual. Chicos y chicas a los que sus padres echaron de casa por ser gays, otros que de tanto vivir en el armario echaron a perder media vida, otros a los que ir a la escuela les resultaba una tortura por culpa de la crueldad de sus compañeros, otros a los que les han insultado o agredido perfectos desconocidos en plena calle y muchas más historias que van mucho más allá de la simple anécdota. Para muchas estas anécdotas eran lo habitual. Quien más quien menos ha sufrido en sus propias carnes los efectos de la LGTBIfobia que muchas veces ha venido de las personas que más cerca teníamos y que más nos deberían haber protegido. Esta semana una amiga me contaba que en el cole de su hija a los peques en parvulario ya les enseñan que se pueden tener dos papás o dos mamás y que esto es lo más normal del Mundo. Ojalá fuese así en todos los colegios y les obligasen a enseñarlo incluso en los colegios religiosos. LGTBIfobia no es sólo que te peguen o te asesinen, es que te hagan sentir mal por ser como eres, que te anulen, que te humillen, que se burlen de ti, que no te dejen vivir tu vida o que te hagan creer que no eres normal. Todos tenemos historias que podríamos contar bajo el hashtag #MeQueer y debemos recordarlas siempre. #MeQueer es que un niño de nueve años se suicidase en EE.UU. por culpa del acoso de sus compis del cole. #MeQueer es el chico de quince años que esta semana han asesinado en Chile por ser gay. De la loca de Rafael Amargo si eso ya hablamos otro día.