Estas fueron las perlas pizzit-dixit de Celaá el pasado viernes en su rueda de prensa: «El gobierno está regenerando la democracia en todos los frentes», ya me dirán en qué frentes, ¿no prometieron convocar rápido elecciones, acto que es la máxima expresión de la democracia?, encima se quieren cargar el contrapoder democrático de una institución democrática como sigue siendo el Senado, ¡vaya regeneración!, ¡admirable!, por si fuera poco, purgan a los locutores de TVE y están todo el día cainizando el país con la guerra civil; es decir, demoliendo lo que si fue un acuerdo democrático de todos los españoles y nacionalistas: la Transición; por no hablar del totalitarismo de su Comisión de la Verdad. Pero la guinda de lo que balbuceó esa señora el viernes pasado, a propósito de la exhumación de Franco, fue: «arreglar el pasado también ayuda a tener un futuro feliz». ¡Madre mía!, pero si estamos en manos no de buenos gestores sino de filósofillos de pacotilla. Todas las dictaduras arreglan el pasado a su conveniencia, es lo primero que hacen, cambiar los libros de historia en los colegios para que salgan siervos. El pasado no se puede arreglar, por mucho que quiera hacerlo Sánchez, porque fue como fue, hay que exhumarlo con rigor y documentación, no con postverdades a lo Celaá, y hay que hacerlo así para no repetirlo y para mirar al futuro con la seguridad de que lo importante es crear una España moderna, centrada en el estado de bienestar y no en las taras de estos gobernantes chonis. ¿Por qué se empeñan en que miremos constantemente hacia atrás?, pues porque no están preparados para ocupar los cargos tan importantes que les han regalado y su gestión consiste en jugar con nosotros. Que lo consigan o no, depende de ustedes.