Jesús preguntaba a sus discípulos que opinaba la gente sobre su persona. Le dijeron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, y otros que uno de los profetas». Fue entonces cuando el Señor preguntó a sus discípulos: «Y vosotros, ¿ quién decís que soy yo?. Tu eres el Cristo». En el Evangelio de San Mateo, 16-18-19, la respuesta de Pedro es más explícita, más completa. «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo». Esto sucedió en los confines de Cesaréa de Filipo.Podíamos preguntarnos, ¿ quién es Jesucristo para mí?. Jesús es o debería ser el centro de mi vida.

Cristo es poco conocido por los que se tienen por sus amigos. Él es la única y verdadera riqueza. Sin Jesús somos verdaderamente pobres. Él es el Camino que nos lleva y nos vincula al que es la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por Mi. Lo verdaderamente importante es permanecer unidos a Jesucristo y a su Evangelio. Es amar a Jesucristo en todo momento. El Señor nos ama a todos y nos acepta como somos. Los cristianos debemos tener un corazón lleno de amor.

Si estoy contento debo mirar a Cristo resucitado, si estoy triste debo mirara a Cristo crucificado. Debo renovar cada día el amor y ternura de Dios, y debo ser agradecido por todo lo que me ha dado y me dará. Es muy importantes amar a Dios. Pero no menos importante es saber que Dios me ama.- Es en el Evangelio de este domingo la primera vez que Jesús predice su Pasión y su gloria.

Pedro, el pescador de Galilea y príncipe de los Apóstoles, porque no puede ni quiere entender que el Mesías tenga que pasar por el sufrimiento y la muerte, protesta y dice: «Esto no puede sucederte a Ti». Pero el Señor volviéndose y mirando a sus discípulos, increpó a Pedro y le dijo: «¡Apártate de mí, Satanás!.

Porque no sientes las cosas de Dios, sino de los hombres». Y dirigiéndose a la muchedumbre les dijo: «Si alguno quiere venir en pos de mi, tome su cruz y sígame. El que quiere salvar su vida la perderá, pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará». Vida y alma son términos equivalentes. Vida terrena y vida eterna, la vida del hombre aquí en la tierra, y la felicidad eterna del hombre en el Cielo. La muerte puede poner fin a la vida terrena, pero no puede destruir la vida eterna.

Vivamos con alegría y gratitud por la vida, saboreando las cosas divinas.