Cuando me hablaron por primera vez del Wellness Day, yo pensaba que se referían al día que viene después del Tuesday. Como profesor de inglés no debí dudar tanto de la pronunciación de mi interlocutora, que un poquito del idioma anglosajón sí que sabe. Pero me hizo gracia que se celebrara en thursday. Así que sí, resulta que ayer se celebró una jornada a favor de la vida saludable y del turismo de bienestar. Un tipo de turismo que apuesta por el deporte, la naturaleza y el consumo de productos locales, más sostenibles, cuando uno está de viaje. Vamos, todo lo contrario que la mayoría de los turistas que nos visitan, que apuestan por el exceso etílico, la discoteca y el consumo de comida rápida y sustancias poco saludables. Una oportunidad de atraer visitantes fuera de la época estival, decía el presidente del Consell el día de su presentación. Pero a mí lo que me interesa es la posibilidad de sustituir unos por otros. Atraer a turistas responsables y no a cafres en busca del «lo que se hace en Ibiza se queda en Ibiza». Porque si lo que vas a dejar en Ibiza es tu basura y tu incivismo, pues igual yo, como residente, no quiero que vengas. Pero claro, esa no es mi elección. Mientras la imagen de la isla sea la del exceso no habrá cambio posible. Pero, por suerte, me da la impresión que algo sí está cambiando. Que los políticos se dan cuenta de la necesidad de apostar por un turismo sostenible, es decir, no destructivo, aunque no se pongan de acuerdo en el medio de conseguirlo. Y el número de empresarios irresponsables que buscan hacer dinero a toda costa se va reduciendo. Quizás algún día Ibiza sea wellness, sea lo que sea eso. Si el cambio mejora un poco la calidad de vida de la gente, bienvenida sea la iniciativa.