Ayer decidí dar el paso y denunciar. Después de muchas semanas dándole vueltas, mi paciencia dijo basta y envié un correo electrónico al Consell d’Eivissa denunciando que en mi escalera hay, por lo menos, dos pisos que se alquilan a turistas. Durante el invierno los vecinos aguantamos las obras de rehabilitación y en verano hemos sufrido el ir y venir de turistas que no respetan a nada ni a nadie.

Y no quiero volver a vivir otro verano igual. Al volver a casa para comer me encontré en el portal a una pareja con sus maletas hablando por el interfono con un interlocutor que tenía acento italiano. Fue la gota que colmó el vaso.

Sin casi saludar a mi pareja agarré el portátil y busqué en una de estas conocidas plataformas si estaban los pisos de mis vecinos. No tardé ni tres minutos en localizarlos. Sus anfitriones no tienen nada que ver con los dueños de los pisos, por lo que es muy probable que los inquilinos de estos inmuebles estén realquilándolos a turistas.

Me parece estupendo que la gente se gane la vida como pueda pero no que lo hagan a costa del bienestar (o malestar, en este caso) de los míos. Alquilar pisos a turistas es una barbaridad. Llaman al interfono a deshoras, suben y bajan las escaleras montando escándalos y crean inseguridad, porque una ya no sabe si aquella cara desconocida es un nuevo vecino o alguien que, directamente, viene a robarte.

Entiendo que debe ser complicado atajar este problema pero si no se le pone remedio peligra la convivencia en muchas vecindades. No es de extrañar que muchos ibicencos prefieran vivir en el campo que tener que sufrir y aguantar a vecinos itinerantes como los míos.