Andan revueltas las aguas de la diplomacia internacional con el asesinato del periodista Kashogghi supuestamente a manos de los esbirros del príncipe saudí. Hasta la canciller Merkel ha suspendido la venta de armas por parte de Alemania al régimen dictatorial de Arabia Saudí. La diplomacia y los negocios dan asco en todo el mundo y hay tanto dinero manchado de sangre que es curioso como poco ver la reacción por el asesinato de un periodista. Y es que en Arabia Saudí llevan toda una vida asesinando impunemente a disidentes, gays, mujeres o masacrando Yemen. ¿Por qué ahora todo el mundo se lleva las manos a la cabeza por la tortura y asesinato de un periodista? Ni que acabasen de descubrir la pólvora con todo esto. Está la comunidad internacional horrorizada excepto España, que con un gobierno socialista con el apoyo de Podemos han preferido mirar hacia otro lado y seguir haciendo caja con los asesinos del petróleo, que casualmente son amigos íntimos de nuestra Familia Real. Da mucho asco ver a Pedro Sánchez tragar por cuatro fragatas y unas cuantas bombas que según la ministra Celaá «son de alta precisión y no van a matar a civiles yemeníes». No todo vale y lo de venderse por cuatro perras o por no molestar al inquilino de la Zarzuela es de vómito máximo. No sólo el Gobierno ha quedado retratado y es que el PP de Pablo Casado al que tanto se le calienta la boca con los opositores al gobierno de Maduro, está muy calladito cuando se trata de un país donde se tortura, donde las mujeres no tienen casi derechos, donde no hay libertad religiosa, no hay libertad de prensa, donde gays y lesbianas son perseguidos e incluso ejecutados pero claro, tienen mucho petróleo y son amigos de los reyes, los de antes y los de ahora. Con este tema siento mucha vergüenza de ser español.