El pasado miércoles el alcalde de Eivissa, Rafa Ruiz, aseguró en el programa Bona nit Pitiüses de la TEF que el futuro del barrio de la Marina y, por extensión, el de la ciudad pasa por una disminución en el uso del coche por parte de los ciudadanos. Sin duda, la escasa extensión del municipio invita a este tipo de medidas pero lo cierto es que los ‘vileros’ tienen pocas alternativas de transporte para moverse por Vila, por lo que están casi ‘obligados’ a coger su vehículo por culpa de, por ejemplo, un servicio de bus urbano inexistente. Mientras, se peatonalizan zonas como s’Alamera sin prever nuevas zonas de aparcamiento en el centro de la ciudad y la estación de autobuses sigue cerrada. Por cierto, muchos creen que la mejor solución para los solares de Santa Margarita serían dos edificios de aparcamientos públicos y gestionados por el Ayuntamiento. Y ahí lo dejo. Recuerdo cuando en 2009 Joan Rubio, concejal de Mobilitat en la época de la alcaldesa Lurdes Costa, anunció que Vila contaría a finales de año con un servicio de ‘bicing’ con 500 bicicletas de alquiler similar al que por entonces ya se había puesto en funcionamiento en Barcelona. Incluso se llegaron a pintar en la calzada señales que prohibían la circulación a más de 30 km/h pero de aquel proyecto nunca más se supo. Y esta legislatura vamos por el mismo camino. A pesar de los anuncios y promesas al inicio del mandato la red de carriles bici apenas ha crecido y del ‘bicing’ insular nada se sabe. Si en vez de anunciar decenas de proyectos se centraran en uno o dos hasta conseguirlos los ciudadanos lo agradecerían y algunos políticos podrían presumir de tener más credibilidad de la que ahora demuestran.