Primero recordar que Vara de Rey y Antonio Maceo comandando sus respectivas tropas, se enfrentaron en numerosas ocasiones durante la guerra de Cuba. Y segundo, añadir que resulta curioso (o no) que buena parte de los denominados progresistas ibicencos se empecinaran el año pasado en quitar el nombre al paseo Vara de Rey y ahora, uno de su cuerda, Pedro Sánchez, quiera llevarse la silla de uno de los promotores de la independencia de Cuba frente a España, Antonio Maceo, para poder dársela durante la visita que hará dentro de poco a Miguel Díaz, presidente de Cuba. O sea, por un lado se quiere borrar el pasado heroico de un general español que nació en Ibiza y expiró en combate fusilado por los gringos, aprovechando que lo retiraban herido en camilla. Y por otro se devolverá la silla de Maceo que el general Weyler, liberal, se trajo a su tierra y por ahora se puede ver en el Museo Militar de San Carlos, en la balear mayor. Y encima la devolvemos a un país que deja mucho que desear en materia derechos humanos. ¿Y por qué Sánchez se tiene que llevar a Cuba la silla de Maceo que está en un museo balear para agasajar a lo que sigue siendo una dictadura con tumba de Fidel y sin permiso de los baleares? Que les lleve a los cubanos ejemplares de su tesis doctoral y los reparta a granel entre María la Gorda y Baracoa. No contento con llegar a presidente tras una rarísima moción de censura, ahora Sánchez quiere sentarse en Cuba en la silla de Maceo y a lo mejor fumarse un buen habano con el hermanísimo de Castro. Todo en él es puro gesto mientras la economía se va desinflando, que eso es lo que verdaderamente debería importar.