En uno de estos chats multitudinarios que uno comparte con amigos, familiares y conocidos alguien colgó ayer una fotografía del vertedero de Ca na Putxa, donde va a parar toda la basura de la isla de Ibiza que no se recicla. Uno de los miembros de este chat –del que no desvelaré su identidad para que pueda seguir saliendo a la calle y conservar su puesto de trabajo– mostró su indignación al saber que en Ibiza la basura se enterraba. A veces tengo la sensación de que hay muchísima gente, sobre todo las generaciones más jóvenes, que desconocen cómo funciona el chiringuito. Personas que no saben que, por ejemplo, en sa Blanca Dona existe un matadero en el que a diario se sacrifican centenares de animales que después encontramos en el supermercado en forma de embutido. O que el bienestar que disfrutamos hoy en este país se consiguió después de que nuestros antepasados participaran en guerras en las que soldados mataron a otros soldados. Y que hubo dictaduras en las que uno no podía ni escribir ni hablar de lo que le diera la gana por temor a sufrir represalias. Me da la impresión de que mucha gente vive en un mundo idealizado, en el que los niños no mueren y los jóvenes no se juegan la vida en el mar para buscar un futuro mejor. Gente que su universo gira alrededor de Instagram y sus likes. Personas a las que no vayas con tus historias de izquierdas y derechas porque la política, total, no sirve para nada porque todos son unos ladrones. Vecinos que matarían por que España siguiera unida y odian a los catalanes porque no quieren ser españoles y lo que mejor que hacen al cabo del día es irse a dormir después de deambular de bar en bar. Me voy al ordenador a ver vídeos de Messi en Youtube.