En enero de 1843 salió un número de la revista Semanario Pintoresco Español, fundada por Ramón de Mesonero Romanos, en el que el cronista del reino de Mallorca y coautor de «Recuerdos y bellezas de España», el menorquín don José María Quadrado, uno de los grandes eruditos de aquel tiempo y amigo e incluso maestro del factótum de la cultura hispana del siglo XIX, o sea del polígrafo santanderino don Marcelino Menéndez Pelayo, escribió una breve reseña de Ibiza que vamos a recoger hoy. En la misma señala que Ibiza es quizá más fértil que Menorca y que estaba en ese momento poco poblada, unas 21.000 almas, que administrativamente se divide en cinco cuartones (Villa, Santa Eulalia, Balanzat, Portmany y Salinas) más Formentera, que sería distrito aparte. Señala el cronista que es difícil saber el número de poblaciones de Ibiza porque la isla cuenta con un montón de núcleos desparramados. Un dato interesante es que critica la infraestructura del puerto ibicenco que considera podría mejorarse muchísimo. Señala que Vila tiene unos 6.600 habitantes y describe su caserío como vulgar, en el sentido de que ni sus calles ni sus edificios ofrecen nada de particular. Hay que tener en cuenta que Quadrado estaba embelesado por lo monumental y por las ruinas, y que aquellos románticos no le daban importancia a la belleza que ofrece la sencillez de las enjalbelgadas casas tradicionales ebusitanas. De ello se darían cuenta los viajeros europeos y españoles, como Walter Benjamin o Raoul Hausmann o el jardinero y pintor Winthuysen, que empezaron la primera mitad del siglo XX a ver Ibiza con otros ojos, así como los grandes fotógrafos que comenzaron a desfilar por Ibiza durante prácticamente todo el siglo pasado, como Ortiz Echagüe o Todd Webb.